La salita de Moy

Feliz cumpleaños CMIS y que sean muchos más

Hay rincones en Sevilla verdaderamente paradisiaco, y no precisamente por sus sombrías palmeras y sus exóticos batidos de coco...

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Hay rincones en Sevilla verdaderamente paradisiaco, y no precisamente por sus sombrías palmeras y sus exóticos batidos de coco. Existe esos lugares incógnitos de ciudad en la que la historia aún sigue trazando sus renglones derechos, donde ni nada ni nadie obtiene el pase vip de la cruel desamortización. Todavía, hay espacios en los que al rozar sus paredes hueles a Sevilla. No es el caso de esta humilde salita, pero bueno, con limpiarte los zapatos al entrar es suficiente para que al menos no la ensuciemos más de lo que ya está.

El decálogo del buen hábitat sevillano es tan idealizado como utópico. Complejo para propios y extraños. Para algunos, alcanzaría el éxtasis humano. Para otros,  no es más que el reflejo de una ciudad tan hermosa como ombliguista. Pero lo que pocos discuten es que es esta una tierra para conocer y, sin duda alguna, para enamorarse. Por eso hay que perderse en ella, recorrer callejas y plazas, tascas y almenas. Por eso hay que perderse en la monumentalidad de sus monumentos y saborear sus fiestas. Pero guarden horas de su tiempo para cruzar las puertas de la institución que aún hoy sigue marcando el pulso de la ciudad.

Cumple 150 años, un siglo y medio enclavado en el alma de la pura sevillanía. El Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla (CMIS) es la fusión que refrenda nuestro ser, nuestra patente, nuestra rutina. Y es que de su origen empresarial brota la esencia de nuestra forma tan propia de vida. Nuestras particularidades, las que definen el amor y el odio que según quiénes y cuándo nos pueden llegar a tener, esas que se enmarcan en la más fervoroso pasionalidad, las encuentran a diario entre la cultura enaltecida desde su sede de la calle Sierpes o entre balones y raquetas de las pistas deportivas de Los Remedios. Y como no, entre farolillos y lonas rayadas en el Real de la Feria. Es todo un puente que une al sevillano rancio y al sevillano progre, donde un Murillo puede dar paso a un campeonato nacional de natación infantil. Ese es el Círculo Mercantil, el que hoy Práxedes Sánchez nos está mostrando tomando el ejemplo de su niñez. Es el que cada sevillano, sin necesidad de ser socio, siente como una parte inseparable de su ser. El que cumple 150 años siendo la definición perfecta de Sevilla.

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