La salita de Moy

República independiente de mi casa

Cínicos por allí, cínicos por allá. Unos para desunir y otros para repartir. Ellos para separar y nosotros para destapar...

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai

Cínicos por allí, cínicos por allá. Unos para desunir y otros para repartir. Ellos para separar y nosotros para destapar. Qué “jartura” decimos por aquí cuando los debates infinitos nos restan minutos de tranquilidad. Somos sencillos, pero no somos tontos. Así que pasa, que al menos en esta salita no nos vamos a pelear por una silla.

La sinrazón nos ha conquistado en un fin de semana de gresca. De un referéndum en el que todos, repito, todos hemos certificado la idiotez de un país, o nación (a su gusto lo dejo), que ha abierto sin vergüenza alguna la ventana de nuestras más perversas intimidades. ¿Y para qué? ¿Para que unos presuman de independentistas y otros de patriotismo? ¿Ese es nuestro camino? Como diría alguno, rezad porque así no nos salva ni Dios. Después de años de reajustes inhumanos y de condiciones laborales tercermundista, quién tenga la dicha de tener al menos esa opción. Después del caciquismo practicado contra la sociedad entre recortes y pisoteados derechos. Después de sentir la vergüenza de una democracia política que manga casi por naturaleza... Vamos nosotros ahora, los pobrecitos de la película, y pretenden que seamos los protagonistas de una historia en la que el voto sigue siendo el mayor antagonista.

Es el discurso de un país que saca sus banderas sólo para celebrar Mundiales y para pegar “guantás” sin manos cuando la cosa se pone fea. Luego están aquellos que te tildan de facha por llevar los colores de tu país en la muñeca, pero ya ese debate daría para unas cuantas de tardes en esta salita. Y al final, el mensaje como siempre se queda vacío. Vacío de coherencia, de civismo, de humanidad... Porque de una ilegal independencia sólo hemos sacado una legalizada batalla política. Lo que querían.

¿Pues sabe que les digo? Que en la ilegalidad de un referéndum desfasado he encontrado mi nueva patria. Seré español, por siempre, y abogaré por los principios de la unidad común, pero no dejaré de luchar con mi pala y mi espiocha para alzar ese jarrete moreno de un puchero sobre el asta de una cuchara que es la que levanta la bandera de la republica independiente de mi casa. En un país con dudosa patria y millones de intereses cruzados no seré yo el más idiota. Qué pena terminar así.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN