Sevilla se vuelve a citar con la historia. Los octavos de final de la máxima competición europea, la Champions, asoma por el ventanal de una ciudad que se desvive por el balompié y que nunca ha conocido a uno de los suyos en unos cuartos de final sobre este actual formato, con lo cual la responsabilidad del Sevilla es máxima, de la que hoy hablamos en esta salita. Así que pasa y límpiate las botas antes de entrar, que hoy la suelas de nuestros tacos nos deben guiar hacia la gloria.
Será porque el “sampaolismo” es la nueva religión de una fe histórica, la de una afición que pasó mil tragos antes de pisar la década dorada. Será que aquella zurda canterana abrió el camino hacia un éxito inagotable para que nadie jamás olvidará que ese tercer anillo no deja de animar. Será que un himno que sólo tiene una voz cada partido en Nervión es el reflejo de una unidad que ha posibilitado el sueño de tantos despiertos.
Es el aliento, es el empuje, es el cántico al unísono de cuatro gradas que sólo es una. La Nervión de los guerreros, de los guardianes que protejen la herencia más verdadera de tantos padres que pisaron el rasposo cemento y que enseñaron a amar aquel escudo por encima incluso del bien y del mal. Y así, aunque hoy los días no corran a favor de corriente, se mire por donde se mire, al final “sólo un grito se oirá”. Porque la noche merece una ciudad que representa a una región vestida con sus mejores galas. Esa es la Champions, la única capaz de intervenir para alcanzar la unidad.
Porque la grada del Sánchez-Pizjuán, ni puede ni debe permitirse lo acontecido en estos días de piques. Que unos y otros se enfrenten es lo que tantos sueñan ver. Pues quizás sea el momento más adecuado para demostrar que en la unión radica la fuerza de esta familia. En definitiva, ni Biris es el demonio, ni la afición es Santa, con todos mis respetos y salvando las diferencias. Pero el “pagan justos por pecadores” nadie todavía lo olvida.
Es momento de decir: “aquí estoy”. Por encima de toda ideología o envite personal, con la naturalidad de un digno aficionado y de una que siempre respalda, sabiendo que esta noche es distinta. Que pronto se entonará un himno que atraviesa fronteras y que es el “hit” del alma rojiblanca. Y así lo pide Biris a los suyos, toca olvidar ofensas y ayudar a alcanzar el summum tras diez años memorables, al menos durante 90 minutos. Hoy sólo un Nervión cantará.
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