La salita de Moy

La santa tierra de Jerusalén

Late el pulso y cabalga. Retumban los muros. Las paredes hablan...

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Late el pulso y cabalga. Retumban los muros. Las paredes hablan. Hay rocas con vida y una vida que por momentos no es ni humana. Pero pasa, entra hoy por la tapiada Puerta Dorada como hizo Jesús el Domingo de Ramos y vente a este salita efímera que estos días he montado en Jerusalén.

No hay palabras que describan lo que realmente es imposible de describir. Para los confesos cristianos de nuestra tierra estos sagrados lugares (Caná, Nazaret, Mar Galileo, Magdala, Monte de las Bienaventuranzas, Belén y, como no, Jerusalén) deben convertirse en una casi que obligada experiencia de vida. Hay que venir. Y no me preguntes, porque quizás no sería yo el más indicado para exponerte una razón fundamental para realizar esta peregrinación.

La semana que viene, una vez repose en Sevilla, te contaré más vivencias palpadas, tocadas y sentidas por esta Tierra Santa. Pero hoy no quiero dejar pasar esta ocasión que me permite el reposo de un kebab auténtico del barrio musulmán. Hoy quiero que sepas que no todo el monte es orégano. Que aquí hay un millón de personas que viven diariamente en una calma tensa. Y se siente. Se nota prácticamente en cada rincón, aunque os puedo asegurar que es un temor más sensorial y personal que social. Pero no podemos olvidar que Jerusalén está partida en dos y a la vez en tres. Hay una sociedad estable y otra oprimida. Hay tres filosofías de vida tan dispares en apenas un kilómetro cuadrado. Judíos, musulmanes y cristianos viven, pero no conviven. Apenas se miran, aunque se respetan, por ahora... Quiero que entiendas que aquí no es fácil vivir, aunque es la tierra de Dios, donde todo sucedió, donde nuestra religión apoya toda su fe. Pero el caos, la suciedad, el tráfico, la tensión también habita, pero no desde ahora, sino desde tiempos inmemoriales.

Por eso cuando nuestro guía Gianluca nos asomó a una terraza que no es turística, que es la que utilizan los jóvenes judíos para atravesar por los tejados el barrio musulmán para acudir a su escuela, entendí la frase popular que mejor puede definir a esta sagrada ciudad: "Jerusalén está unida por los techos y dividida por la gente". Así lo palpa este sencillo comunicador que tiene la enorme fortuna de formar parte del mejor grupo de peregrinos de Sevilla.

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