Cuatrocientos mil euros... ¡Qué bien suena! Pasa, pasa. Que en unas horas estamos con los mantecados, la Castellana y los villancicos populares. Pero no te dejes ir, que estamos en Navidad y tengo los suelos brillantes. Así que límpiate bien los zapatos antes de entrar y vente a mi salita, que vamos a cantarle un villancico al Belén de Playmobil que tengo por aquí.
Mañana llega uno de esos días que más ilusión pueden producir a la especie humana. Y mira tú que tontería porque teóricamente es más fácil que nos caiga un meteorito en lo alto a que nos toque la Lotería de Navidad. Que no lo digo yo, sino Pedro Delicado, profesor del Departamento de Estadística e Investigación Operativa de la Universidad Politécnica de Cataluña, aunque allí son de la hermandad del Puño Cerrado, así que vete tú a saber si es que quieren que el resto no juguemos para quedárselo todo ellos.
Fuera de bromas. A mi el 22 de diciembre me genera una especial ilusión por todo lo que conlleva. Poner la tele y ver a esos niños cantando premios. Sacar unos buenos mantecados para desayunar con un Cola Cao calentito y la estufa encendida para entrar en calor. Y si te vienes arriba eres capaz de hasta poner algunos villancicos en YouTube. Lo que es el día 22 en cualquier casa española. La mañana en la que definitivamente se abren las puertas de la Navidad.
Pero, ¿y si te toca? ¿Te lo has planteado alguna vez? Cuatrocientos mil euros al décimo jugado. O lo que es lo mismo. Veinte mil por euro jugado. Qué escalofrío, ¿verdad? Bueno, y si encima llevas el billete completo entonces ya apaga y vámonos. Y si te tocase, ¿qué harías? ¿Te irías del país para qué nadie te reconozca? ¿Montarías una cadena de negocios en las playas brasileñas? ¿Comenzarías una nueva vida lejos de la que hasta la fecha tenías?... ¿Serías capaz de no cogerme el teléfono si te llamase para preguntarte que tal te va? ¿Te borrarías del mapa de tus amistades, incluso familiares? ¿Mandarías lejos y más allá a tu jefe?
No sé yo si esto merecería la pena o si prefiero seguir con un euro en el bolsillo para seguir tomándonos una cerveza y hablar de nuestras cosas. Que sí, que claro que quiero que te toque El Gordo mañana, pero lo que no deseo es que te olvides de mi y dejes de pisarme el suelo de esta nuestra salita. Que la vida con dinero posiblemente sea más confortable, pero lo que una Lotería no podrá arrebatarme nunca es el abrazo de un amigo antes de decirle Feliz Navidad.
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