A ver, a ver... ¿Esos pies están limpios? ¿Te importa restregarte un poquito más los zapatos en el felpudo? Es que sino las bronca después me la termino llevando yo. Que me la conozco, amigo. Pero pasa, pasa. Estás en tu casa, aunque un poco más y se me olvida tu cara después de estos seis meses en los que al menos el “wasap” nos ha mantenido en el frívolo contacto de las teclas. La distancia es el más cruel destino de la amistad.
Pero por fin estás de vuelta, mister Gabri Ramos, y ello me alegra. ¿Qué tal por el camping portugués? ¿Mucho trabajo? ¿Y ahora para dónde, Willy Fog?... Sé de buena tinta que amas Sevilla por encima incluso de tu profesión. Que no tienen precio esos ratitos de tertulia futbolera en el candor de una peña que une lazos más allá del balompié. Me consta que no es fácil rehacer una maleta cuando son tantas cosas las que se quedan fuera. Pero vuelves en los albores de septiembre, como cada año, y nuestro verano comienza. Reanudaremos el tiempo nunca perdido pero sí acumulado. Es hora de que recuperes el sabor de esas gauchas del Tribuna o el fresco aroma a canela de las noches en la Baronesa. Es el momento, siempre preciso, de que retomes el pulso de la ciudad, la cual llevas por bandera por la vieja Europa.
Supongo que desde mi salita, la añoranza y el anhelo por ese sentimiento que tanto inquieta cuando no lo sientes cerca, aunque sí tan lejos, me lleva a dilatar el deseo por un abrazo tan sincero que ni el tiempo es capaz de llevar al olvido aquel último que nos dimos antes de tu enésimo adiós. Ese sentir que a pesar de la asiduidad siempre pesa, nunca es grato y es tan común, desafortunadamente, como la vida misma.
Es un amigo que suma y suma kilómetros en busca de la tierra más fértil. La misma que Sevilla le niega. Y nada de “ninis”, ni de jóvenes sin escrúpulos que acostumbran a sacarle hasta los higadillos a sus padres.
Esta es una verdadera fuga de cerebros que ni el Ayuntamiento, ni la Junta, ni el Estado son capaces de detener poniendo sobre la mesa lo que hay que poner, dos... Desgraciadamente, la ciudad de los 2,3 millones de turistas no tiene capacidad para rearmar su muralla con el fin de proteger, mantener y presumir ante el mundo de los cientos de miles de jóvenes que por siempre serán “made in Seville”. Pero no, aquí nuestra preocupación está en ver si empezamos la Feria en domingo y la terminamos en sábado. “Decide Sevilla”, decide...
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