Todo partido político que aspire a gobernar tiene como objetivo, anunciado o encubierto, hacerse un hueco en el espacio electoral de centro, pues en él se encuentra la mayoría, no la que se multiplica con su algarada demagógica en las redes sociales, sino la silenciosa y ponderada que deposita su voto útil en las distintas llamadas a las urnas. Pero no, esta columna no está referida a ese centro político, sino al centro urbano de El Puerto, al que se reclama que las administraciones, empezando por el propio ayuntamiento, muestren algo de interés para su rehabilitación integral.
Siempre que surge este tema se nombra, como una coletilla, la esperada aprobación del Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Conjunto Histórico y Entorno (el impronunciable Peprichye). Dicho plan no es la solución definitiva, pero si es la formulación urbanística y legal necesaria para poder establecer un posicionamiento claro sobre lo que queremos que sea el centro urbano, su nivel de protección y las iniciativas de actuación de todo tipo sobre el mismo. El gobierno actual de PSOE e IU prometió tenerlo antes del verano de 2016 y dos años después siguen prometiendo que saldrá en breve, que poco valor tiene esta promesa a menos de un año de las elecciones.
La situación penosa en la que se encuentra el centro, de momento histórico, aunque a este ritmo pronto no quedará nada que le haga digno de tal adjetivo, se relaciona, sin lugar a dudas, con la marcha de las gentes que lo poblaban, que decidieron cambiar de residencia, adquiriendo unas viviendas en las que las condiciones de habitabilidad eran mejores y más acordes con las necesidades de los nuevos tiempos. Aunque una parte destacada de dichas nuevas residencias se hicieron al margen de la legalidad urbanística, mientras los políticos de los partidos que gobernaban en aquellos años (IP y PSOE) miraban para otro lado y pensaban en la ganancia de votos que redundaría de su inacción.
No hay que tener un master en políticas de desarrollo urbanístico (real o de dudosa consecución) para comprender que toda rehabilitación del centro pasa por una repoblación del mismo. Si hay gente la actividad comercial vendrá sola, sin necesidad de un impulso institucional. Lo que no se puede esperar es que las personas que viven en la periferia vayan al centro de compras si para ello tienen que utilizar su vehículo y no tienen donde aparcarlo (recordemos que este gobierno de PSOE e IU es contrario a los parkings). Lo más seguro es que se den una vuelta a otras localidades cercanas y en ellas hagan sus compras en las grandes superficies, que paradójicamente también se denominan centros, en este caso no históricos, sino comerciales.
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