Veranear en luz

El verano es el tiempo del acuartelamiento de nuestras energías y de la instrucción de reclutas de nuevos proyectos vitales...

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El verano es el tiempo del acuartelamiento de nuestras energías y de la instrucción de reclutas de nuevos proyectos vitales. Es el momento de virar el timón y cambiar de amura para que el velero de nuestros pensamientos navegue rumbo al único océano que aún nos queda por descubrir, nosotros mismos. No obstante habrá quien, liberado de obligaciones profesionales, intente llenar de ruido sus días y noches veraniegos con tal de no emprender ese siempre difícil viaje al centro del universo, que se halla justo donde ningún hombre ha podido localizarlo pero sí llamarlo alma. 

Frente al tópico, y a las revistas del corazón, que muestran famosos de esculturales cuerpos en la playa y nos refriegan cómo se divierten, el estío es un periodo duro, en que brotan muchas de nuestras verdades más ocultas y reprimidas. No en vano, tras las vacaciones estivales es cuando más separaciones de parejas y matrimonios se producen. Resulta imposible tapar la verdad tras un biquini o broncearla con el factor protección de las apariencias. Por eso asusta tanto la canícula, nos exige una sinceridad con nosotros mismos a la que no estamos habituados y enfrentarnos a realidades latentes que ahora se exhiben desnudas. 

Es algo que no afecta solo a las personas, también sucede con las ciudades. Durante el verano se nos muestran tal y como son, sin maquillajes, desposeídas de la actividad frenética de otras estaciones y sin el abrigo de la cotidianeidad rutinaria. El estío es ideal para conocerlas en profundidad e interrogarlas sobre nuestra relación con ellas, es el mejor Autan contra el mosquito miope del chovinismo Les recomiendo el film Vacaciones de Ferragosto, una triste comedia que retrata el alma de la exuberante Roma en pleno mes de agosto a través de las anodinas vidas de personajes -podríamos ser cualquiera de nosotros- condenados a permanecer en la ciudad sin vacaciones.

La verdad habla en luz, así que esta estación es perfecta para buscar la luz y apresarla. No solo la luz solar, ésa que durante estos meses nos hace creernos invencibles, sino también la del entendimiento, esa antorcha con que iluminamos los esplendorosos frescos que nos adornan por dentro, esa brocha con que encalamos las fachadas de nuestros recovecos, esa colonia de baño que perfuma el espíritu.

A pesar de las apariencias, el verano invita a replegarnos en luz, por eso es el tiempo de las lecturas dilatadas, que solo finalizan cuando la oscuridad comienza a morder las esquinas de las páginas del libro. Es el tiempo de la música, luz que surfea sobre las notas, escuchada, no oída, como en otras épocas del año, en que solo sirve de fondo musical mientras hacemos otras actividades. Es el tiempo de llenar hasta el borde los embalses de nuestros ojos con hectolitros de puestas de sol, con amaneceres frescos, con el morse de plata del oleaje que usa la plenitud para emborracharnos; es el tiempo de ensanchar el espíritu y achicar el provincianismo con los fórceps del viajar. Buscar esta luz es el mejor de los cruceros en que podemos embarcar. 

No hablo de una búsqueda cándida, sino de abrirnos a un tiempo de lucidez indignada, o de indignación lúcida, que nos permita conocernos a nosotros mismos y reconocernos mejor en los demás, y no solo en el otro que se sienta en la sombrilla de al lado, también en los otros lejanos. Buscar la verdad, en este caso, la verdad común, llegar a ella pasando antes las metas volantes de nuestras verdades íntimas. Un merecido descanso no justifica que descanse nuestra exigencia de justicia ante atrocidades y engaños de baja estofa. Ese sol que nos inflama el alma es el mismo que alumbró horas antes las matanzas en Gaza, el que trae memoria de todas las pupilas que rehúyen mirar de frente ese genocidio; es la misma claridad que lame los millones de folios de las causas contra delitos de corrupción en este país, la misma luz que perfila esa gran mentira de un rescate bancario cuyo dinero nos devolverían, la que funde el engaño de la recuperación económica, la que se nos aleja cada vez más en este Sur del Sur condenándolo al subdesarrollo.

Disfruten del verano, busquen su luz y, sobre todo, búsquense en la luz sin miedos. Volverán con el alma bronceada.

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