La Gatera

Héroes y villanos

Mi padre siempre cuenta una anécdota que le pasó cuando tenía más o menos mi edad...

Mi padre siempre cuenta una anécdota que le pasó cuando tenía más o menos mi edad. Tenía el buen hombre la costumbre de tomarse un café en el bar que había debajo de nuestra casa, mientras esperaba que bajara mi hermana Esperanza para llevarla al colegio. Una mañana, se le acercó un señor y le pidió “veinte duros”. Mi padre que tiene un corazón grande, no lo dudó un momento y se echó la mano al bolsillo y le puso en la mano lo pedido, haciendo sitio en la barra del bar esperando que el hombre pidiera un café o una copa de coñac que la mañana era muy fría. Pero para su sorpresa siguió caminando hasta el final de la barra. Allí había una máquina tragaperras. De nuevo mi padre encontró una excusa. Que a lo mejor el hombre tenía un problema de ludopatía y esos “veinte duros” eran tan necesarios para su adicción como el alimento para su cuerpo. Pero no. Siguió caminando hacia otra  máquina. Una máquina para niños de éstas que giras y te dan un regalo. Metió la moneda de 100 pesetas, giró la manivela y salió una gran bola de plástico. La abrió y  sacó un cordón de cuero con un colgante. Se lo puso y salió tranquilamente bajo la mirada de mi padre y del dueño del bar que no salían de su asombro.

Esa misma cara es la que se le debe haber quedado a más de una buena persona a las que  presuntamente ha estafado Paco Sanz, conocido por el de los “dos mil tumores”. O los padres de la pobre niña Nadia, utilizada como herramienta para que miles de buenos corazones sacaran de sus bolsillos una aportación, pensando que así ayudaban a alguien que lo necesitaba, cuando en realidad sufragaban una vida de lujos y otras villanías que no quiero pensar.

A mí me indigna. Me indigna profundamente, porque estos villanos les roban a los verdaderos héroes de este país. A ésos que sacan dinero y tiempo (que también es dinero) para ayudar a aquellos que parece que el destino los ha borrado de su lista de agraciados y ni siquiera tienen el valor de extender la mano pidiendo ayuda. Villanos que antes timaban de pueblo en pueblo, y que ahora se hacen una página en el Facebook y hasta un canal en YouTube para que su tentáculos lleguen lo más rápido y los más lejos posible. Y así, girar la manivela de la máquina de las bolas con los “veinte duros” de nuestras buenas intenciones. 

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