La Gatera

Medallas

A ver, que yo sé que esto es como lo de los “Óscars”, los premios “Nobels”, la imagen del Viacrucis del Consejo...

A ver, que yo sé que esto es como lo de los “Óscars”, los premios “Nobels”, la imagen del Viacrucis del Consejo, o la porra del Derby del sábado. Que cada uno tiene sus ganadores y sus perdedores, y que nunca llueven las medallas de Andalucía al gusto de todos. Pero ¿qué quieren que les diga? a mí cada año se me quedan varios nombres en el aire, y me sobran muchas medallas. Como a usted me imagino, aunque, confesémoslo, tampoco nos quita el sueño, pero de algo hay que hablar.

A mí este año se me ha quedado en el aire el Ateneo de Sevilla. Por muchas cosas, y lo dice alguien que desde niña pasaba por la puerta de aquel Ateneo de la calle Tetuán soñando con leer sus poemas en el salón. Pero también lo dice alguien muy crítica con la casa (que lo que se ama se defiende con los dientes), pero que reconoce cuando las cosas se hacen bien. Y se están haciendo bien.

Les cuento a ustedes que me leen y a los “otorgadores de medallas”. Éste era el año del Ateneo. El año del centenario de uno de los focos de cultura de la ciudad. 100 años, que se dice pronto. Aquí montamos un tangai cuando un equipo de fútbol cumple 100 años, o hace 75 años que se le bordó un pañuelo a una Virgen, pero cumple 100 años la casa que acogió a la Generación del 27 y como mucho levantamos una ceja. 100 años tirando caramelos de parte de Jacinto Ilusión. 100 años de la casa que escuchó aquel primer discurso de Blas Infante sobre el Ideal Andaluz, y donde se fraguó la semilla de lo que el 28 de febrero conmemoramos, para que ustedes vean... 100 años creando y acogiendo cultura… Y no merecen, no merecemos (que todos somos un poco el Ateneo, aunque sea el 5 de enero sólo) una medalla. Puede que el pecado es que seamos el Ateneo de Sevilla, y Sevilla desde que en el 92 le “regalaron” la Expo ya no merece ni el aire que respira.

De todos modos, las medallas pasan, algunas incluso con efecto boomerang. Yo te la doy y yo te la quito, ¿verdad, Pantoja? Y tampoco se nos va la vida en ello. Pero me coraje, y perdonen ustedes la pataleta.
Aunque por encima de todo, la mejor medalla es la que cada persona que cruza el umbral de la docta casa buscando un rato de cultura, le pone al Ateneo día a día, mes a mes, año a año, y así otros cien más. Con medalla o sin medalla. 

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