La Gatera

La casa de las cruces

Es servidora muy (pero que muy) aficionada al género de Terror en todas sus modalidades...

Es servidora muy (pero que muy) aficionada al género de Terror en todas sus modalidades. Desde la película “Al final de la escalera”, hasta aquellos míticos “Historias para no dormir” que Chicho Ibáñez Serrador inició en el 1966, cuando yo sólo tenía un añito, pasando por las Narraciones Extraordinarias de Poe, que dormían en mi mesita de noche, ante la mirada reprobatoria de mi madre. Por desgracia, con los años, el género ha ido desviándose a terrenos más viscosos, más gores, que más que miedo, a mí lo que me dan es mucha grima. No soy amante de zombies, ni de nada que tenga que ver con la casquería. Y quizás por eso me cuesta tanto trabajo últimamente encontrar película, serie o libro que me haga estremecerme. Sin embargo, ha caído en mis manos una novela de David Chevalier que me ha recordado a los míticos escenarios negros de Poe. Ya disfruté muchísimo con su ópera prima, “Tide Heaven”, donde la oscuridad gótica se hacía un personaje más de la historia. Un primer libro que más parecía la obra de un consagrado. Y ahora con esta nueva entrega “La casa de las cruces”, lo ha vuelto a conseguir. Les cuento de qué va la cosa: Tras la muerte de su madre, Robert Carson vuelve a casa diecisiete años después, dispuesto a recuperar lo que dejó atrás. Cansado de una existencia inestable y repleta de excesos, se propone enmendar su vida, encauzarla de una vez por todas regresando al único lugar que alguna vez sintió como seguro: Salmo, su pueblo natal. Allí se reencontrará con su pasado, con su hermana Carol y su viejo amigo Johnny, pero también con los terrores y supersticiones de la infancia.

¿Qué fue del resto del grupo de amigos? ¿Qué ocultan realmente las paredes de la Casa de las Cruces? Robert sabe que ese siniestro lugar, con el que todos ellos estuvieron involucrados tiempo atrás, parece proyectar una ancestral y oscura maldición sobre todos los habitantes de Salmo. Incluido él mismo.
Si les pasa como a mí, que les gusta mirar de frente al miedo y que le tiemblen las pajarillas, hágale caso a Poe cuando decía aquello de: “A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa”. Abra las primeras páginas de La casa de las cruces con una buena copa de vino, y a disfrutar.

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