La Gatera

Manolita Chen

Ay Manolita… Te confieso que yo sí era una niña de las que soñaba escaparse con el circo...

Ay Manolita… Te confieso que yo sí era una niña de las que soñaba escaparse con el circo. Como aquel asustado Chaplin en El circo (1928) que huía de la policía, yo también huía de mis miedos y quería formar parte del show. Pero no del circo de animales enjaulados y payasos tristes. No, no, no… yo quería escaparme con el tuyo, con el que nos mostrabas en el cartel de vivos colores donde mujeres bellísimas sonreían apoyadas sensualmente sobre la leyenda: El circo chino de Manolita Chen. Ése era el circo al que yo quería ir, y al que mi madre me decía que no. Que eso no era un circo, que era otra cosa. ¿Otra cosa? Y tanto que era otra cosa. Era el despertar de la sensualidad en las adolescentes que mirábamos con envidia aquellas piernas infinitas, y con coraje a los chicos que embobados se quedaban delante de la taquilla. Y nosotras, niñas de uniformes a cuadros, con las camisas arremangadas en la primavera sevillana que empezaba a oler a feria, queríamos ser vedettes aunque hubiera que casarse con un chino. Bajar por las escaleras de oro y metacrilato cantando, con un tocado de largas plumas y tacones de vértigo. Escaparnos contigo, Manolita, escaparnos y vivir la aventura del circo.

Pero ahora eres tú la que te has escapado de un mundo que no ha sabido darte ni siquiera un adiós lleno de glamour. Iluminar tu nombre con la fuerza que lo hacía Sevilla en Tablada. Y además no fueron los últimos años buenos tiempos para ti. Hubo hasta quien robó tu nombre y tu fama para convertirlo en algo mediocre, (porque la genialidad no se puede robar, ni siquiera imitar) mientras tu circo languidecía de ciudad en ciudad.

Las luces de la pista se iban fundiendo, porque ya nadie se quedaba preso del sueño sicalíptico de tus chicas. Y nos fuimos olvidando poco a poco de ti porque así somos el público, caprichoso y volandero. Por eso, cuando me ha llegado la noticia de tu muerte, he imaginado que el circo recogía su lona y cargaba los camiones en busca de otra ciudad, de otra función, de otro número especial de chicas. Y me he puesto muy triste, porque mi querida Manolita Chen, me he dado cuenta de que la última oportunidad de escaparme con el circo se me iba contigo.

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