La Gatera

Hoy no es viernes

Hoy no es viernes, Señor. Aunque los ojos se nos perfilen en los charcos de la plaza de San Lorenzo, hoy no es viernes...

Hoy no es viernes, Señor. Aunque los ojos se nos perfilen en los charcos de la plaza de San Lorenzo, hoy no es viernes. La Plaza es un abanico de pasos, pero no es viernes, aunque este jueves juega a serlo y se viste del camino corto que sabe herirnos en la memoria montesina. Hoy las puertas se abrirán sin que la caricia sutil de las plumas de mis cirineos macarenos haya perfilado el aldabón de la basílica. Y ese bendito Talón reposará sobre el suelo tibio de una Sevilla que te espera. Porque... ¿qué otra cosa sabe hacer mejor esta ciudad que no sea esperar? Esperar en Triana o en las Huertas de Macario, esperar a que la llaga negra de cinco nazarenos de ruán cruce el atrio amarmolado para pedir la venia. Esperar que el dolor enjuto de tu rostro se haga noche en nuestro pecho cada Madrugada. Esperar que la nieve de los naranjos marque el momento justo de esta bendita espera. Esperar… esperarte…, en ese gesto heredado (que no aprendido) de buscarte. Buscarte entre la muchedumbre que se agolpará para verte a luz del día. Como si la tarde no supiera que la tiniebla de los cirios no van a mudarte el color. Pero no es viernes, Señor, no lo es. Y escocerá como limón agrio la soledad de ese pasillo que sabe tanto de besos en los nudos de tu talón.

Dolerán las ausencias de los que se fueron aunque estén más que nunca. Pero no es viernes, no lo es, no lo es… y el consuelo de tus manos sujetando nuestra cruz se sentirá cansado del peso de tantas miradas, y nos parecerá que vivimos una cuaresma otoñal sin remilgos. Y los vencejos sobrevolarán nuestra osadía y se preguntarán por qué el Señor cruza el umbral hoy que no es viernes. Pero nos encogeremos de hombros y ebrios de gozo nos prenderemos del terciopelo austero de tu túnica. Ay sevillanos, no os durmáis que la luna de Parasceve se equivocó y anda enfurruñada buscando su noche. Se mira en los espejos de este noviembre extraño. Miradla cómo acuna a esta noche sin estrellas recogiéndose el manto mientras susurra (porque como decía Machado, se canta lo que se pierde): El Señor está en la calle y no es viernes...

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