Como servidora le da conversación a una escoba, se encuentra a veces en situaciones que le hacen reflexionar y darse de boca con las verdades más poderosas.
Hace unos días, aparcando el coche para hacer una gestión, un negrito (si, le llamo negrito porque hombre de color es un eufemismo absurdo, todos somos de colores) me dijo que era muy simpática. Aquello me hizo gracia y le pregunté que porqué. Me respondió que porque sonreía mucho y que eso era lo que él buscaba. Una chica simpática que sonriera mucho.
A simple vista podemos pensar que es una visión simplista y si nos ponemos tiquismiquis, sumisa e impersonal de una mujer. Pero como yo no soy sospechosa de nada, bueno de alguna cosa si, pero de mujer sumisa les aseguro que no, puedo declarar sin complejos que me parece una aspiración magnífica para ser feliz. Compartir la vida con alguien simpático y que sonría mucho. En esas dos condiciones se encierra una forma de ver la vida muy practica.
Pienso como decía Jacinto Benavente, que nada prende tan pronto de unas almas en otras, como esta simpatía de la risa. Y como decía, Churchill, que hay que ser optimista porque no es útil ser otra cosa. Por eso la búsqueda de mi amigo aparcacoches me parece de una inteligencia manifiesta.
A pesar de que en este mundo que caminamos, si no te muestras atormentado, preocupado y con un ramalazo de mosqueo, parece que no eres una persona comprometida con tu sociedad. Aquí te pones a hablar en un grupo de ser feliz, de ser optimista, de sonreír y como poco te dan Lorazepán para que duermas y no sueñes. Se te acusa de poco comprometido y tienes el pasaporte al palacio de los tontos, sin pestañear.
Pero si te despiertas por la mañana bramando y dando patadas a las esquinas, es que eres una tipa preocupada y consecuente.
Hace unos días pude escuchar algunas historias sobre la labor que hacen nuestros misioneros en los lugares donde la vida no vale un grano de arroz. En las fotografías se les veía, descalzos, demacrados, sin nada. Bueno rectifico, sin nada no, con mucho más que algunos de nosotros. Con una sonrisa llena de luz. Hay que ser muy inteligente para sonreír allí.
Por eso, me quito el sombrero ante la petición de mi amigo, una mujer simpática y que sonría mucho para caminar por un mundo que sí que nos empeñamos en hacerlo negro.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es