La Gatera

Si quieres una amante

A Leonard Cohen, porque 79 años no son nada...

A Leonard Cohen, porque 79 años no son nada

Si quieres una amante, haré todo lo que me pidas. Bailaré contigo hasta que vea asomarse por los atardeceres de Hidra, el pedregoso sendero que atisba el final del amor. Si quieres una amante, dejaré que desgarres uno a uno los pilares de esta vida que no se sostiene en nada, sólo en la certeza de tus versos, que son como cuerdas rotas de guitarras ebrias. Si quieres una amante, déjame que conozca el tiempo de los cierres echados, ése que nos evidencia que no hay cura para la pasión. Si quieres una amante, recuerda que yo te hubiera abrazado en una de esas noches en las que no te suicidaste, y juntos hubiéramos buscado a cualquiera que fuera vestido de mármol.

Si quieres una amante, déjame llevarte de la mano para que volvamos a Boogie's street, porque el humo de tu cigarro mezclado con el sorbo de vino me sabe a besos pagados a un precio demasiado caro. Si quieres una amante abre el cielo para mí y toma mi nombre en vano mientras yo grito hallelujaj.

Ay Leonard, por eso si tu buscas una amante, si hoy, aún buscas una amante a tus setenta y nueve años recién cumplidos, una amante para vestirla de versos y susurros quebrados de voz de humo, mírame, aquí estoy, llevo una vida esperándote. Sálvame de esta agonía de mediocridad en la que me he convertido desde que tu voz no me adormece las tardes. Arráncame a golpe de dudas todas estas certezas que se han instalado en mi vida, como okupas indeseables de mis principios. Lléname de preguntas la piel, para que me duela, para que me duela tanto como te duele a ti. Porque sólo en la duda, en el espanto de la incertidumbre está la verdad, la certeza de que no somos nada más que notas desafinadas en una vieja canción de desamor.

Porque siempre fuiste tú. Siempre fuiste mi hombre, siempre fue tu voz como de gozne oxidado por los pecados de una boca ensangrentada de lunas lorquianas. Siempre tu mirada de reptil asustado que guarda en el azogue de su espejo el espanto que provoca. Ven, te cambio poemas y canciones por un alma cansada de negociar con cientos de Faustos, un alma en bancarrota de besos y de versos. Ven, Leonard, lee esta carta de amor, porque si buscas una amante, no lo dudes, yo soy tu mujer.

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