La Gatera

Silencio que habla

Sobre Sandra y Thomas Cerna

He querido que la distancia en el tiempo y el espacio me ayudaran a escribir este artículo. Por eso he dejado pasar dos semanas desde que Sandra y Thomas subieron al avión que los devolvería a Florida. Reconozco que soy una mujer muy visceral y no quería que el dolor de la despedida me hiciera perder la objetividad a la hora de valorar lo que han supuesto los 35 días que la familia Cerna han compartido con nosotros. Y es que no creo que quepa aquí la lección que hemos recibido. Con ellos hemos aprendido la fuerza insuperable que puede tener el amor. Sí, el amor. Sin complejos. Que aquí dices la palabra amor y nos ponemos machitos. He acopiado una a una todas las palabras que Sandra me ha dicho como un luminoso botiquín de primeros auxilios para cuando me falten las fuerzas. Gracias amiga, de corazón.

Pero si de Sandra he acopiado las palabras, de Thomas he acopiado sus silencios.
Thomas y yo hemos mantenido un mudo diálogo de abrazos y gestos. De sonrisas y apretones de manos. De frases cortísimas en mi horrible inglés y su escasísimo español. Pero les puedo asegurar que jamás había sentido tanta empatía, tanta luz, como en ese silencio tejido de miradas.

Thomas es un hombre introvertido, inteligente, con un fino sentido del humor, pero sobre todo con una gran capacidad de análisis. Pero nos hemos perdido todo esto por la barrera del lenguaje. Thomas no habla español, por eso ha sido siempre su esposa la que ha hecho las declaraciones a los medios de comunicación. Pero, óiganme, no lo duden, él ha suscrito hasta la última coma, hasta la última mirada. Pero con una diferencia, con la horrible impotencia que ocasiona no poder expresar el inmenso dolor de haber perdido a tu hija de una forma tan dramática.

La mañana del catorce de mayo, cuando en el aeropuerto de Sevilla nos tocaba el duro momento de las despedidas Sandra y yo simplemente nos dijimos: “Hasta mañana” sellando un pacto de futuras conversaciones y posibles visitas. Pero cuando Thomas me abrazó en su mirada quebrada por un llanto tímido que quería asomar, pude leer los versos de Octavio Paz: Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima, silencio que habla.

Ojala él leyera en los míos todo la gratitud por lo bueno que han dejado en Sevilla.

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