La escritura perpetua

La vuelta de Poirot

Kenneth Branagh ha dirigido una versión de ‘Asesinato en el Orient Express’ interesante, con algún momento deslumbrante

Kenneth Branagh ha dirigido una versión de ‘Asesinato en el Orient Express’ interesante, con algún momento deslumbrante, y con un final en el que la película queda envuelta por la atmósfera de una tragedia de Shakespeare, autor del que este cineasta es un consumado experto, y esa atmósfera planea también en el transfondo de ambigüedad moral y sombría observación sobre la naturaleza humana existente en toda la cinta. El cine ha sabido traducir acertadamente en imágenes las novelas de Agatha Christie. También el teatro ha aprovechado con acierto el talento de esta escritora -hace tres años hubo una acertada versión en Madrid de ‘Testigo de cargo, protagonizada por un gran Manuel Galiana-. Kenneth Bragnagh -director y actor en ‘Asesinato en el Orient Express’- encarna a un Hercule Poirot solitario, menos petulante que en otras versiones cinematográficas anteriores, y nostálgico de un amor perdido en la juventud, amor que sólo ha quedado en el recuerdo y en la pequeña fotografía en blanco y negro que el detective conserva con el aprecio de lo irrecuperable. La versión original de la película permite escuchar la voz poderosa, llena de matices, contundente de Bragnagh, muy superior a la de la versión doblada.

Agatha Christie escribió incansablemente con una prosa directa y eficaz. Construyó personajes con alma. Por eso sus personajes continúan vivos a través del tiempo, de la permanente reedición de sus libros, y en las sucesivas versiones en cine, teatro y televisión de sus novelas. Sidney Lumet rodó en 1974 una acertada lectura de ‘Asesinato en el Orient Express’, con una interpretación colosal de Lauren Bacall. Ahora ese personaje dolorido y enigmático lo encarna Michelle Pfeiffer, llenándolo de humanidad. Extraordinaria también la veterana Judi Dench, la actriz que durante muchos años encarnó a la jefa de James Bond, ‘M’, ahora desbordante con el magisterio del tiempo. Y Penélope Cruz aporta vigor a un personaje aparentemente atrapado en la religión, pero con evidentes zonas oscuras detrás de sus ojos negros.

Al final, a Poirot lo reclaman porque se ha producido una extraña muerte en el Nilo. Sería extraordinario que ‘Asesinato en el Orient Express’ iniciara una franquicia sobre Poirot y, naturalmente, sobre Agatha Christie. 

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