La escritura perpetua

El Calderón

El Atlético de Madrid ha jugado ya cuatro partidos en su nuevo estadio, el Wanda Metropolitano. El Vicente Calderón quedó atrás

El Atlético de Madrid ha jugado ya cuatro partidos en su nuevo estadio, el Wanda Metropolitano. El Vicente Calderón quedó atrás. Pronto será demolido. El Calderón era aquella vendedora que en los años 70 gritaba “vamos al pañolito y la visera, bandera”, y vendía gorras del Atleti a 30 pesetas junto a la puerta 27 de Fondo Norte. Era el anuncio de Cofriesa a lo largo de la barandilla del primer anfiteatro. Era el ‘Mi carro’, de Manolo Escobar, sonando por los altavoces durante el descanso de los partidos. O aquel vendedor de coñac -“haaay bocadillos, cooopas de coñac”- que cuando despachaba a un adolescente le llenaba la copa más que a nadie, y decía: “Toma chaval, para que te hagas un hombre”. O el que vendía el ‘Arriba’ y el ‘Marca’, aquel ‘Arriba’ que era un periódico maravillosamente escrito pero que no leía nadie. O el ‘Dicen’, de Barcelona, que en Madrid, creo, sólo se vendía en el Calderón, un diario deportivo desaparecido hace años con el formato del ‘Pueblo’ de Emilio Romero, que tenía muchas páginas de huecograbado.

El Calderón era el viejo himno del Atleti -“Atlético de Madrid, Atlético de Madrid, yo seré tu seguidor, yo contigo hasta morir”- que un día alguien decidió eliminar y sustituir por el actual, pero que sobrevive en los viejos discos de vinilo de cuando entonces.

El Calderón era señalar ahora la banda al compañero de asiento por la que avanzó aquella remota noche de 1975 Rubén ‘Ratón’ Ayala con el balón pegado al pie para marcar el gol que dio al Atlético la Copa Intercontinental frente al Independiente de Avellaneda. Y el Vicente Calderón eras tú aquella noche de 1982 en el concierto de los Rolling Stone, cuando de repente se declaró el diluvio universal a ritmo de rock and roll, y tú llevabas vaqueros y aquella camiseta blanca que la lluvia hizo transparente y te convertiste en la mujer más bella del mundo iluminada por el sonido de aquellas guitarras eléctricas.
El Calderón era la vida de ahora y de siempre. La caja de los recuerdos. José Eulogio Gárate y Luis Aragonés. Aquella alineación: Rodri, Melo, Jayo, Calleja; Adelardo, Iglesias; Ufarte, Luis, Gárate, Irureta, y Alberto, que tal vez haya sido el Atlético que mejor fútbol ha practicado de la historia. El Calderón era el templo sagrado rojiblanco. Adiós, estadio del Manzanares, puerta 27, la puerta que daba acceso al fútbol como utopía, y tú lo sabes, Luis Aragonés, que estás en los cielos. 

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