La escritura perpetua

Shakespeare joven

'La comedia de los enredos’ es un divertido juego de juventud del poeta más grande de todos los tiempos

'La comedia de los enredos’ es un divertido juego de juventud del poeta más grande de todos los tiempos: William Shakespeare. Pero la pieza tiene dentro las mejores características de las obras de su autor. A Shakespeare siempre le gustó utilizar una serie de símbolos, como sortijas o medallas, que sirvieran como nexo de unión de los personajes. Todo ello figura ya en esta obra risueña, primeriza, ligera, pero con todo el ardor teatral y el talento literario de William Shakespeare, que se ha representado en el teatro Bellas Artes de Madrid y ahora está de gira por España.

Carlota Pérez Reverte, la adaptadora, ha actualizado el texto desde el respeto a la esencia y al verbo de Shakespeare. Sobre el escenario se escucha y se ve a Shakespeare, no a la adaptadora, y ese es el logro fundamental de Carlota Pérez Reverte. Ha introducido alguna ocurrencia que celebra el público, como convertir a un mercader en un honesto vendedor de cupones de la ONCE en medio del bullicio y el griterío de los puestos del mercado en los que en ese momento se desarrolla la acción. Hay un fino humor también en una de las frases iniciales de la función, cuando uno de los personajes advierte a los otros que si uno de los principales protagonistas muere, no estaríamos ante una comedia, sino ante una tragedia shakesperiana.

En la obra hay personajes que se llevan palos sin saber el motivo. Así era la vida. Y así es la vida. Trata sobre dos parejas de gemelos que se separan a poco de nacer tras un naufragio y vuelven a encontrarse por casualidad 25 años después sin tener ni idea de la existencia los unos de los otros. A partir de ahí se inicia un descomunal enredo de dineros y amoríos.

El director, Alberto Castrillo Ferrer, ha buscado ante todo la complicidad con el público. Y ha incentivado el ritmo en la acción, en la que los líos se suceden de manera constante y rápida. El elenco de actores, compuesto por ocho intérpretes, defiende bien a sus personajes, alguno con papeles duplicados. “La comedia de los enredos”, en definitiva, supone un feliz reencuentro con un Shakespeare joven y alegre, que Castillo Ferrer nos presenta muy al estilo de la comedia del arte y, como él mismo ha dicho, desde el convencimiento de que “el diablo es el aburrimiento”.

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