La escritura perpetua

Radiografía del dolor

En la obra hay dolor, mucho dolor, crítica ácida, espíritu satírico, y cierto humor

Dos terroristas irrumpieron el 7 de enero de 2015 en la redacción de la revista satírica francesa Charlie Hebdo y asesinaron a tiros a 12 trabajadores. La obra ‘Tres días sin Charlie’, escrita por los hermanos Quique y Yeray Bazo, y dirigida por Juanma Romero Gámiz, que se representa en el Teatro del Barrio de Madrid, ha reconstruido aquellos hechos a través de cómo lo contaron las redes sociales. En la obra hay dolor, mucho dolor, crítica ácida, espíritu satírico, y cierto humor.

El montaje está lleno de buenas intenciones, trata de remover la conciencia de los espectadores, de dejar un poso más allá del final de la función, pero hay en la puesta en escena cierta falta de pulso narrativo, un exceso de información, y un cruce permanente de mensajes. Y todo ello va creando un estado de confusión en el espectador. Se sabe lo que se quiere decir, pero a este joven grupo teatral -integrado por cinco intérpretes- le falta hallar la dirección y el modo exacto de cómo decirlo. Porque ‘Tres días sin Charlie’ necesita una poda de ciertos elementos accesorios y un subrallado de lo realmente importante. El teatro es síntesis. No se puede aspirar a decirlo todo.

‘Tres días sin Charlie’ es una obra coral, como las propias redes sociales, pero las frases caen sobre el escenario como un diluvio. El espectáculo adquiere altura cuando se toma una pausa, cuando concede un respiro al espectador, como cuando recrea ese paseo de un trabajador por la redacción de la revista, a los pocos minutos del atentado, rodeado por los cuerpos sin vida de sus compañeros. O cuando los actores, comiendo palomitas y encarnando a un grupo de amigos frente al televisor, contemplan como la Policía acaba con los terroristas, y lo observan con la misma despreocupada pasión con la que se ve un concurso o un partido de fútbol por la pequeña pantalla. Acertado reflejo del hundimiento hacia la estupidez moral de la sociedad actual. También están bien tratados los interludios en los que aparecen Voltaire, Houllebecq o Fernando Arrabal. Y esa reivindicación -que los actores plantean a la inversa- del actor Willy Toledo. Y es sensacional la descripción del proceso de elaboración de la siguiente portada de Charlie Hebdo tras el atentado. “Todo está perdonado”, fue el titular. Una obra sobre aquel dolor inmenso, incurable.

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