La escritura perpetua

Corrupción y blues

‘Iberian Gangsters’ es una sátira llena de humor en forma de sainete lírico sobre los políticos que se han llevado el dinero público a manos llenas

El teatro se ha convertido en azote de la corrupción política. ‘Refugio’, de Miguel del Arco, y ‘El Rey’, de Alberto San Juan, que han estado hasta hace poco en la cartelera madrileña, y ahora ‘Iberian Gangsters’, nos presentan la avaricia, enriquecimiento, y, finalmente, calvario de los corruptos. ‘Iberian Gangsters’, que se ha estrenado en el teatro Pavón, es una sátira llena de humor en forma de sainete lírico sobre los políticos que se han llevado el dinero público a manos llenas renunciando a los ideales progresistas de su juventud para acabar con una vida cinco estrellas a bordo de un yate de eslora inabarcable.

Julio Salvatierra, autor de ‘Iberian Gangsters’, nos presenta a un político que evoluciona desde el idealismo de juventud del Movimiento Comunista, a su inminente paso a las filas socialistas, con los que realiza las primeras recalificaciones dudosas, que no pudieron ser probadas por el Tribunal, y termina con “los conservadores”, donde llega a ser ministro, un partido en el que se sube a la mareante noria de la corrupción que lo conducirá a una pena de diez años de cárcel, abandonado por los suyos, que ya lo consideran un lastre para el partido.

Cualquier noticiario trae informaciones más duras sobre corrupción en estos tiempos en los que los ciudadanos han tomado conciencia de que caminaban sobre un lodazal considerablemente más profundo del que en principio habían supuesto. Pero ‘Iberian Gangsters’ tiene gracia, brillo, y ese veneno dulce del teatro cuando cumple una de las funciones esenciales por las que fue creado: la denuncia de los vicios de su tiempo. Hay en el espectáculo un extraordinario parecido con la realidad, y todo se desarrolla a ritmo de blues, de los diferentes números musicales compuestos por Alberto Granados. Los seis intérpretes de la obra cantan, bailan, y actúan acertadamente al servicio de la sátira. Los diálogos escritos por Julio Salvatierra tienen fuerza y teatralidad, aunque no ofrezcan novedades sobre las crónicas periodísticas. Y eso no es defecto del dramaturgo, en absoluto, sino la insana habilidad de los corruptos al hacer que su sucia realidad avance más veloz que la ficción. No dejan de sorprender estos políticos manchados. Por eso se agradece un espectáculo como ‘Iberian  Gangsters’, en el que el público, al menos, se puede reír de los corruptos, de los que les roban, durante unos 90 minutos. 

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