La escritura perpetua

Rebajas Umbral

Hace poco me topé con 20 ejemplares de la novela ‘Las Ninfas’, de Francisco Umbral, apilados en una estantería de saldos de un centro comercial de Madrid

Hace poco me topé con 20 ejemplares de la novela ‘Las Ninfas’, de Francisco Umbral, apilados en una estantería de saldos de un centro comercial de Madrid, al precio de un euro por libro. Los compré todos.
Los 20. No podía consentir que una pequeña obra maestra, Premio Nadal 1975, estuviera a la venta al humillante precio de un euro.

‘Las Ninfas’ consagró como escritor a Francisco Umbral y está escrito en una de las épocas más prolíficas y de mejor prosa de este autor. A esa época corresponde ‘Mortal y rosa’, obra cumbre de Umbral, o ‘La noche que llegué al Café Gijón’, o sus extraordinarios artículos en ‘El País’, cuyo estilo estaba entre lo snob y César González Ruano.

La sección de saldos de una librería es como un mercadillo en el que difícilmente se encuentra una joya. E imaginé a un despreocupado señor cuya vista recorriera los títulos sin suerte de esa sección y que de pronto se topara con ‘Las Ninfas’. Que creyera que ese libro vale realmente un euro, como el manual de cocina que estaba apilado al lado. Y le dije al vendedor: “Me llevo los 20 libros de ‘Las Ninfas”.
El chico me miró sorprendido y me preguntó: “¿Son para algún colegio?”

Es lo que pasa ahora. Los viejos libreros conocían a sus mejores clientes, eran conscientes de que los buenos lectores son tipos algo raros, capaces de extravagancias como la mía, pero aquellos viejos libreros hablaban de libros y a veces recomendaban alguno. Los jóvenes libreros son otra cosa. Poco dados a la conversación. Un estilo diferente. Y reciben a veces con fastidio la petición de libros minoritarios, de los que se recomienda desde una esquinita del Babelia.

Ahora he colocado en mi estantería los 20 libros de ‘Las Ninfas’. Ahí están, uno igual que otro. Uno al lado del otro. Tapa azul: ‘Las Ninfas’, Francisco Umbral. No sé qué hacer con ellos. Desde luego nunca volveré a pisar la sección de saldos de una librería. No vaya a encontrarme con mil ejemplares de ‘El Quijote’.

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