La escritura perpetua

El entrenador elegante

Míchel González, como diría un clásico del fútbol, apunta maneras como entrenador, pero no termina de explotar

Míchel González, como diría un clásico del fútbol, apunta maneras como entrenador, pero no termina de explotar. Míchel ha demostrado conocer perfectamente la teoría del fútbol, y así lo reflejó durante muchos años en su faceta de comentarista de televisión, pero le falta aún la plasmación decisiva y definitiva de esos conocimientos sobre el terreno de juego. Además, necesita envolverse en una idea matriz del fútbol que lo identifique, en una teoría propia que lo distinga, como ha hecho, por ejemplo, Quique Setién en la Unión Deportiva Las Palmas. Los equipos de Míchel, eso sí, practican un juego elegante. Míchel es un tipo elegante. Su imagen resulta impecable. Oscila entre la de un veterano galán de teatro y, como diría Umbral, la de un gamberro vestido por Pierre Cardin. Míchel siempre transmite la impresión de que está a punto de acudir a una recepción 5 Estrellas.

Entrenar al Málaga, equipo con el que firmó la pasada semana, supone ahora un reto descomunal para Míchel, porque este club andaluz emite desde hace tiempo señales de vodevil más que de una bien estructurada entidad deportiva. Míchel es el tercer técnico del Málaga –tras Juande Ramos y el ‘Gato’ Romero- esta temporada, y eso solo se produce en equipos en vías de desguace. El Málaga practica a veces un fútbol vacío e inerte, un juego contemplativo, como si el equipo fuera un espectador más de La Rosaleda en lugar del gran protagonista. El Betis ganó hace unas semanas en Málaga en medio de una complacencia desconocida por parte del conjunto rival. El debut de Míchel resultó desolador este fin de semana, al frente de un Málaga anémico que perdió en casa frente al Alavés.

Míchel, además de estrategia, deberá aplicar en el Málaga adrenalina. Como cuando arrancaba como futbolista por la banda derecha del ataque del Real Madrid, y enviaba hacia el área aquellos balones en semicírculo, imprevisibles, con la fuerza justa, ni rápidos ni lentos, para que ‘El Buitre’ o Hugo Sánchez remataran  a gol. Muy pocos futbolistas en los últimos lustros han centrado de la manera sublime que lo hacía Míchel. El día que adquiera un elemento distintivo así como entrenador, Míchel González resultará imparable desde el banquillo.

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