La escritura perpetua

Las urgencias del Madrid

El Madrid está obligado a vencer siempre porque tiene la necesidad de vender. La entidad se ve obligada a realizar una comercialización permanente de sus productos a fin de mantener su estatus

El entrenador del Real Madrid, Carlo Ancelotti, como aquel personaje que interpretó en el cine Harrison Ford, se ha convertido en ‘Presunto Inocente’. El Madrid vive en una urgencia constante. El Madrid son las cuatro torres que se construyeron, por impulso de Florentino Pérez, en el suelo de la antigua Ciudad Deportiva, en los altos del Paseo de la Castellana, que constituyen una metáfora de cemento bien diseñado de aquella época -tan lejos, tan cerca- del auge económico español. Esa operación urbanística, aprobada tras mucha urdimbre política tejida en el subsuelo, sirvió para diferenciar definitivamente en las alturas económicas al Real Madrid de otros clubs del fútbol español, que quedaron con una estructura económica inferior, como el Valencia o el Atlético, como reconocen en la propia zona noble del Bernabéu.
     El Madrid está obligado a vencer siempre porque tiene la necesidad de vender. La entidad se ve obligada a realizar una comercialización permanente de sus productos a fin de mantener su estatus. Ha de vender muchísimas camisetas. Más que nadie. No sólo en España y en Europa. Y para los turistas. También para el mercado asiático. En todo el mundo. Y para lograr ese objetivo comercial resultan imprescindibles los triunfos deportivos. Uno tras otro. Sin descanso. Sin desmayo. Por eso el Madrid se devora a sí mismo. Y devora a sus héroes. Vive cada minuto a ritmo frenético. No cabe la derrota. Ancelotti era este invierno un triunfador tras ganar la Décima y el Mundialito y se hablaba de su inminente renovación. Pero ahora su cese puede producirse si el equipo pierde el próximo domingo en el Camp Nou frente al Barcelona. Florentino Pérez dijo la semana pasada que “pase lo que pase, Ancelotti seguirá”. Pero algunas señales apuntan en dirección contraria. Porque el fútbol no conoce la piedad. Y el Real Madrid vive asentado en las urgencias.
     Los únicos momentos de sosiego en el estadio Santiago Bernabéu son esos minutos antes de cada partido en los que por megafonía se interpreta el viejo himno de las mocitas madrileñas. Esa música de otra época, en la que el Madrid cuidaba a los seguidores, no a los consumidores.

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