La escritura perpetua

Tamames

La tesis de Tamames causó asombro entre los demás contertulios porque desentierra unos tópicos falsos y envenenados que parecían olvidados, definitivamente superados por la realidad. Porque se trata de una mentira que en su día causó gran daño al Sur

De Ramón Tamames decía Francisco Umbral que se le había visto en demasiados sitios a lo largo de su vida. Tamames, en las primeras elecciones municipales de la democracia -junio de 1979-, encabezó la lista del PCE por Madrid. Entonces representaba para algunos la imagen intelectual y moderna frente al carrillismo anticuado y demodé, había publicado algún interesante tratado de economía que se estudiaba en las universidades, y era respetado e incluso admirado por los jóvenes de aquellos tiempos de la libertad sin ira. Luego Tamames giró hacia el CDS, intercambió guiños y complicidades con Suárez, pero seguía ubicado en la vanguardia, frecuentaba los teatros y se convirtió en un asiduo de los estrenos madrileños más innovadores de principios de los 80, entre ellos el de ‘Ejercicios para equilibristas’, de Luis Matilla.
      Poco a poco Tamames desembocó en la derecha, y de ahí pasó directamente a la derechona, en una extraña trayectoria a tropezones intelectuales. Hace unos días, Tamames defendió con énfasis en una tertulia televisiva que el desafío soberanista de Catalunya se explica, entre otras cosas, porque en esa comunidad están hartos del favoritismo que los diferentes gobiernos dedican a Andalucía en los Presupuestos del Estado. ‘El Profesor’, como se refieren a él cada noche en las tertulias, aseguró ante las cámaras que a los andaluces les gusta trabajar poco y vivir del subsidio, mientras en otras regiones, como Catalunya, los ciudadanos madrugan y se esfuerzan en sus empleos. Vino a decir, en definitiva, que los catalanes trabajan y los andaluces duermen la siesta.
     La tesis de Tamames causó asombro entre los demás contertulios porque desentierra unos tópicos falsos y envenenados que parecían olvidados, definitivamente superados por la realidad. Porque se trata de una mentira que en su día causó gran daño al Sur. Tamames formuló además esa afirmación en un contexto peligroso: mientras se refería a su amistad y frecuentes encuentros con empresarios catalanes. Umbral aseguraba que él lanzaba los libros malos a la piscina de su casa. He buscado ahora aquel viejo manual de Economía escrito por Tamames y lo he tirado al mar de Huelva. Resulta nocivo que estas personas se mezclen con periodistas, porque el citadísimo Umbral sostenía que el periodismo mantiene a los ciudadanos avisados, a las putas advertidas y al Gobierno inquieto. Tamames envenena.

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