La escritura perpetua

Gran Atlético

El Atlético hace tiempo que dio con el modo de desquiciar al Madrid, de impedir que piense sobre el campo, de obligar a sus jugadores a afrontar partidos de un fútbol que detestan, partidos en los que deben permanecer atentos a cada lance

El Atlético dio por zanjada en la final de la Copa del Rey de 2013, que ganó al Real Madrid en el Santiago Bernabéu, una larguísima y dolorosa travesía del desierto que se prolongó durante 15 años infernales, en los que los rojiblancos no lograron vencer ni una sola vez a su eterno rival. Pero desde ese momento, el Atlético se ha convertido en un oponente insufrible, incomodísimo y casi intratable para el Real Madrid. El Atlético viene de ganar en agosto la Supercopa de España a los blancos, y el sábado tumbó de nuevo al Madrid en el Bernabéu, en un partido encendido, sin descanso, pleno de presión, en el que los madridistas únicamente lograron imponer su superioridad técnica durante unos 20 minutos del primer tiempo, mientras Cristiano Ronaldo tuvo oxígeno, y el Atlético sí esgrimió en casi todo el partido su fútbol intenso -no violento-, de juego colectivo, de peligro a balón parado y, sobre todo, las estrategias de su técnico, Diego Pablo Simeone, para el que algunos, como Paulo Futre, reclaman abiertamente el galardón a Mejor Entrenador de Europa.
     El Atlético hace tiempo que dio con el modo de desquiciar al Madrid, de impedir que piense sobre el campo, de obligar a sus jugadores a afrontar partidos de un fútbol que detestan, partidos en los que deben permanecer atentos a cada lance, a lo que sucede delante de ellos y a sus espaldas, en un estado de permanente concentración que finalmente deriva en la angustia y en la ansiedad. El Atlético no es superior al Madrid -al menos en la teoría-, pero su entrenador ha dado con una fórmula futbolísica eficacísima para vencerlo.
     El público del Bernabéu se enfadó mucho con la derrota y convirtió a Casillas en objeto de sus iras. Iker vive una época tristísima en el Madrid, ubicado en la nostalgia, una época en la que parece que todos sus recuerdos se derrumban, rotos, como si fuera Salvatore, el protagonista de ese Cinema Paradiso lleno de melancolía de la colosal película de Giuseppe Tornatore. Debiera recordar Casillas lo que Alfredo, el anciano ciego y bueno, le dice al protagonista de Cinema Paradiso: “Vete ya, vete de aquí, no vuelvas nunca”.

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