Así es. No es que el Ayuntamiento de Jaén haya privatizado el Concurso Lagarto Rock, como reiteró ayer en varias ocasiones su director, Enrique Iznaola, en la presentación. No lo ha hecho, simplemente porque para privatizarlo debería haberlo sacado a concurso y obtener un beneficio de ese bien municipal. Se lo ha regalado a la iniciativa privada, a una empresa promotora propiedad de un periódico, para que se lucre con un bien municipal, sin que el Ayuntamiento, que tiene registrado y al día la marca obtenga más beneficio que su puesta en marcha, es decir, un rédito social. Muy bien. Lo que debería explicar la concejal de Cultura, Isabel Azañón, y el alcalde de Jaén, Javier Márquez, es por qué esa rentabilidad social tiene que dársela esa empresa y no otra. Para ello, debería existir un expediente administrativo en el que se justificara claramente el motivo por el que no se ha publicitado, para que otras empresas, algunas seguro que con una larga trayectoria y experiencia en el sector de la promoción de espectáculos, en lugar de un periódico a través de una marca paralela, pudieran presentar una propuesta o proyecto. Porque de no ser así se podría estar incurriendo en un delito al ceder y permitir que una empresa privada elegida a dedo se lucre con un bien municipal. O también por omisión, si se diera el caso de que esa empresa, por el camino de los hechos consumados, hubiera dispuesto de la marca sin permiso, sin que el Ayuntamiento hubiera puesto remedio. Hace unas semanas advertimos de que el Consistorio iba a privatizar el Lagarto Rock y el alcalde se defendió en rueda de prensa diciendo que ese periódico, esos empresarios, eran los únicos que se habían interesado por él. ¿Alguien más lo sabía? ¿Alguna promotora conocía que el Lagarto Rock estaba en venta? Eso se llama publicidad y no jugar con las cartas marcadas. ¿O es que existen otro tipo de contraprestaciones, ahora que se acercan las elecciones? Estoy seguro de que no, como ustedes.
Es curioso también que las votaciones y la recepción de maquetas se haga a través de la página web de ese periódico y no de la del Ayuntamiento, a pesar de su insistencia en que son los organizadores y que la iniciativa privada es la que paga. Sin embargo, el gerente de la empresa agradeció al Ayuntamiento su “plena colaboración”. ‘Ups’, ¿Qué lapsus, verdad?
En lo estrictamente cultural y musical, Jaén recuperará su Lagarto Rock, pero descafeinado, por mucho que Enrique Iznaola, que merece todo el respeto como artífice durante años del concurso, haga malabares para dignificarlo. Primero, porque lo que se está vendiendo es un concierto de Rosendo Mercado. De hecho, antes de que en Alcaldía supieran nada del artista invitado, la página oficial de Rosendo ya recogía su actuación en la capital dentro del Lagarto Rock, o al menos eso es lo que decían; segundo, porque hoy en día todos los grupos tienen editado un disco y a esos les está prohibida su participación; tercero, porque se presentó ayer y las bases, a dos meses del concurso, aún no están ni publicadas. Y cuarto, porque el precio oscilará entre los 18 y 25 euros, lo que cuesta la entrada de Rosendo y el Lagarto siempre se caracterizó, al ser municipal, de tener un precio muy asequible, porque si no, se corre el peligro, que ya pasó en la última época del concurso, de que los grupos finalistas toquen solos, ante sus familiares. En definitiva, que el Ayuntamiento ha regalado El Lagarto y la oposición calla (¿por miedo?). Pague, quien lo quiera, el impuesto revolucionario. Algunos ya lo están haciendo, créanme.
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