Curioso Empedernido

Sueltos y enredados

Con una visión amplia y saludable de las cosas, debemos dejar atrás las polémicas por banderas y banderías y los cocinados y guisos políticos

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Entre que vivimos y que volamos, nos encontramos con problemas que podemos resolver y otros que por mucho que nos empeñemos no tienen solución. Cuestiones exclusivas, únicas e irrepetibles y personajes y situaciones corrientes, vulgares y repetitivas.

Cuando nos olvidamos del diálogo es muy difícil encontrar la manera de partir las diferencias y llegar a un acuerdo, y damos una y mil vueltas a una retórica inútil que no nos conduce a ningún sitio, y  por mucho que insistamos suena a cancioncilla pesada, triste y eternamente inacabada.

En demasiadas ocasiones se nos olvidan los objetivos y las prioridades de nuestro horizonte vital, y es que lo primero es ser capaces de cuidar de nosotros mismos si queremos estar en condiciones de cuidar a los demás, sabiendo que hemos de tener  claro cuál es la línea divisoria entre lo nuestro y lo de los otros.

La organización de nuestro tiempo es esencial para saber gestionar nuestras emociones y no dejarnos llevar por el estrés. Resulta difícil estar centrado si estamos en una constante pelea de gallos y vamos de sobresalto en sobresalto.

Sabemos y ejercitamos con legitimidad nuestra rebeldía y nuestra protesta, lo que nos descalifica y nos deja fuera de juego son los numeritos, los monólogos interminables,  los horizontes sin esperanza, los intentos que siempre resultan fallidos.

Todos de una u otra manera somos sujetos de la necesidad, y entre sensaciones internas y resonancias externas, lazos y experiencias comunes, discrepancias y diferencias singulares nos resulta extraño que haya quienes renuncien a aquello que jamás han tenido.

Luchamos por conseguir el amor de los demás, entre pensamientos e imágenes, aguaceros y chaparrones, cuentos y horas de la verdad, lo que deseamos y lo que nos merecemos, las incógnitas con solución y los misterios por resolver, los fantasmas y los actores reales.

A veces cuando nuestros deseos se van cumpliendo, nos damos cuenta poco a poco del poder o la debilidad que tenemos y vamos midiendo nuestras fuerzas en contraste con la realidad. En ocasiones, conviene que nos equivoquemos y empezar de nuevo.

Con una visión amplia y saludable de las cosas, debemos dejar atrás las polémicas por banderas y banderías y los cocinados y guisos políticos que impiden la reflexión, la autocrítica y el debate, y no olvidar nunca que hay viajes que cambian la historia.

Tal vez la mejor de las actitudes sea dejarse sorprender por la vida, entre pájaros que sueñan y artistas que vuelan entre chutes de fantasía y bofetadas de realidad,  y no aferrarnos a creencias fijas e  inamovibles que nos limitan.

Cuando estamos vivos no dejamos de prestar atención a todo lo que ocurre alrededor, entre lo importante y lo insignificante, lo central y lo periférico, lo racional y planificado,y los impulsos y las emociones más primarias, los avances y los retrocesos,  las firmezas y los vaivenes.

Debemos huir de esa gran afición que tiene e intenta inocularnos algunas gentes de estar apegados a la mentira y tener miedo de  afrontar la verdad, entre expectaciones de lo ocurrido y visiones del paraíso. En ese difícil recorrido deberíamos  no intentar dejarnos llevar por la pereza y mucho menos aburrirnos. En ese camino sucederán cosas mágicas que renovarán nuestras vidas por fuera y por dentro.
      

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