Curioso Empedernido

Víctimas del éxito

La vida está llena de victimas del éxito, como aquellos que en su actitud corporal están gritando que no pueden hacer lo que se les pide

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Cuando Felipe González, ex Presidente del Gobierno de España y uno de los más importantes estadistas que ha dado nuestro país, llevaba 8 años al frente del ejecutivo tras ganar tres Elecciones por mayoría absoluta y 16 años como Secretario General del PSOE en la parte final de su intervención en  la apertura del 32 º Congreso Socialista dijo una de esas frases memorables de “también se puede morir de éxito”.

Era Noviembre de 1990. Han pasado cerca de 26 años y hay responsables políticos que no han aprendido a intentar huir de los personalismos, porque aquellos que lo olvidan y se empecinan en que ellos son el centro del mundo y cuya primera y última palabra de todos sus discursos e intervenciones es YO, tienen todas las papeletas para fracasar o que tengan un éxito efímero y caigan al primer embate.

La vida está llena de victimas del éxito, como aquellos que en su actitud corporal están gritando que no pueden hacer lo que se les pide, y en política los vemos con frecuencia, que no son capaces de superar los retos o desafíos que la cotidianidad les plantea.

También están quienes en su pelotera mental nunca tienen las ideas claras y por tanto difícilmente van a establecer una estrategia de prioridades y con una gran facilidad se rinden ante las situaciones que les plantea la más mínima dificultad.

Los hay que miran para otro lado o ignoran los problemas, lo que no quiere decir que desaparezcan. Están y permanecen ahí. Una de las peores cosas que pueden sucedernos cuando nos vemos en tal situación, en que la mayoría de las veces hemos de reconocer nuestras responsabilidades es rodearnos de personas que nos den la razón en todo.

También hemos de estar atentos para aprovechar las oportunidades que se nos brindan por muy tempraneras que nos parezcan, ya que si dejamos pasar la ocasión, el próximo tren puede que no haga escala en nuestra estación. Lo que si hemos de tener cuidado con que la nube de la gloria no nos aleje de la realidad ni nos nuble la razón.

Tampoco somos buenos candidatos al éxito, si a pesar de nuestra genialidad, no tenemos la fuerza de voluntad y la constancia de ser disciplinados, de ponernos al día, de no aislarnos, de construir una red sólida de contactos y relaciones con otras personas.

Hay quienes no soportan el vértigo del poder y con solo estar a sus puertas, les entra una especie de neurosis de ser lo más importantes del mundo mundial, de estar permanentemente reunidos, de no saber distinguir lo importante de lo urgente, de dejarse secuestrar por bufones y manipuladores.

Incluso en el colmo de la incultura y la insustancialidad, presumen y se jactan de no tener tiempo de nada ni para nada, ni tan siquiera para leer que es uno de los mayores y más necesarios placeres de enriquecimiento de la personalidad humana, capaz de reducir el estrés, fomentar la creatividad y desarrollar la memoria.

Y en este proceso de victimas del éxito hemos de distinguir claramente a los razonables, que entienden tus argumentos y tus razones de los eternamente complacientes, que no hacen frente a ningún problema, quieren quedar bien con todo el mundo y todo está perfecto.

Son aquellos que no tienen ni la inteligencia ni la competencia para liderar, convencer a los demás e innovar. Los que pasan por la vida sin pena ni gloria, y esperando a que les digan lo que hay que hacer, aunque  en ocasiones quieran presumir que son los que manejan las claves y aportan las soluciones, son simples victimas del éxito.
                                 

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