Curioso Empedernido

Propios y ajenos

Dentro de nuestras contradicciones nos sentimos jóvenes y actuamos como viejos o viceversa , decimos absolutamente cuando sobran adjetivos y superlativos, esperamos una sorpresa mientras caminamos por donde siempre y con los de toda la vida

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Entre comodidades y equilibrios, amores y corajes, vamos dejando pasar el tiempo con la intención de que se produzca un cambio de ciclo, y casi todo en nuestra sociedad se empodera para modificar nuestros objetivos con emociones a la carta, risas y llantos asegurados, como si fuéramos maquinas cuyos programas están insertos en los  discos duros de nuestro cerebro y corazón.

Muchas veces sabemos, que nos merecemos lo mejor de lo mejor sin caer en el efecto del carro del vencedor ni ser presos de amores arrebatadores, ni perder el sentido de nuestras propias limitaciones porque el conocimiento social y la buena reputación nos traiga los frutos deseados.

Hay noticias  que son como un puzzle, de cuyo encaje y construcción debemos sacar conclusiones interesantes. Nos sentimos reconfortados cuando comprobamos que no todo el mundo va a lo suyo, que hay mucha gente que se interesa por lo que hacen los demás y que incluso están dispuestos a dedicarles su tiempo.

Al igual que de buenos alimentos sostenemos nuestro cuerpo, debemos nutrir nuestra personalidad de experiencias enriquecedoras y no desaprovechar ninguna oportunidad que nos surja en el camino. Siempre podemos encontrar una situación para disfrutar, entre las ganancias y las perdidas, donaciones y recepciones, las manos limpias y los versos sueltos.

Dar pasos atrás o  rectificar no es malo en ocasiones sino el ejercicio de un sentido común que debe presidir nuestras actuaciones. Dejar todo por decidir y confiarlo al azar, es una imprevisión que  nos coloca ante una incógnita, la de nuestra competencia para dar solución a los problemas.

Entre propios y ajenos, gracias a nuestra voluntad podemos convertirlos retos en oportunidades y los obstáculos en una permanente superación, por eso no  debemos evitar pulsos ni esfuerzos que nos hagan crecer y refugiarnos en comodidades y rutinas que nos paralizan.

Uno de los ejercicios más inútiles de nuestra vida privada o pública es que nos dediquemos a montarnos una bronca tras otra o que ignoremos lo malo de la realidad y pensemos que todo es maravilloso y extraordinario. Que nos empeñemos en que es un día despejado y soleado cuando es noche cerrada y tormentosa.

Dentro de nuestras contradicciones nos sentimos jóvenes y actuamos como viejos o viceversa , decimos absolutamente cuando sobran adjetivos y superlativos, esperamos una sorpresa mientras caminamos por donde siempre y con los de toda la vida.

Soñamos con la libertad cuando estamos presos de nuestras inercias, deseamos que el mundo sea nuestra patria, mientras reivindicamos la identidad de ser de nuestra escalera.  Olvidamos libros que quisiéramos leer y  llenamos nuestras bibliotecas de volúmenes que jamás abrimos.

Nos creemos todo lo increíble y aunque seamos aves de paso pensamos que seremos eternos, nos relacionamos con el misterio y huimos de la cotidianidad por si nos pudiera llegar a ser felices.  Presumimos de lo que carecemos y vamos a en busca de aquello que nos sobra.

Escribimos palabras que nadie lee y nos inventamos expresiones que nadie escribe. Recordamos lo que no sucedió y nos olvidamos de lo que hemos vivido en multitud de ocasiones. Abrimos los ojos para la eternidad cuando los cerramos al mundo .Mientras seguiremos esperando que el mañana nos ofrezca lo que el pasado nos negó , y navegaremos por el presente intentando aprovechar cualquier instante como si fuera el último que nos queda por vivir.
                                  

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