Curioso Empedernido

Tanto misterio

Falsetón no conocía la cautela y la discreción a la hora de resolver los problemas, solo sabía sembrar sentimientos negativos de odio, desconfianza, tristeza y deslealtad

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Era tan falso e hipócrita que se engañaba a sí mismo. Floripes Falsetón pretendía envolverlo todo en una atmósfera de misterio y oscurantismo para que nadie supiera más que él. Lo triste es que él no sabía lo ignorante que era y que generaba una sensación entre el desprecio y el rechazo en  la mayoría de la gente que le conocía.

Casi siempre llevaba puesto  algo prestado, aunque presumía que era suyo. Nunca enseñaba sus entrañas pero cuando alguien se adentraba en ellas no podía dejar de detestarlo. Con frecuencia mostraba  los dientes como los tiburones y llevaba las cosas a los extremos para granjearse la antipatía de todos sin excepción.

Aunque pretendiera ser invisible, Floripes era tan aborrecible  que todo el mundo se fijaba en sus odiosos pasos y sus gestos bestiales. Se sentía el profeta de un tiempo nuevo y misterioso en el que lo mismo sentenciaba a infieles que cazaba mariposas.

No era equilibrado en nada, y su exageración le llevaba a ser grosero  en la euforia y en la depresión. Su falta de habilidad social no le hacía establecer buena sintonía con los demás .Sus tensiones desatadas le  hacía contestar mal a la gente y tratarlos de forma desconsiderada

En la búsqueda de sus sueños, siempre se topaba con las pesadillas de su conciencia, y entre banalidades e insustancialidades en una declaración de guerra en toda regla se enfrentaba a autoridades desgastadas y confianzas pérdidas .Parpadeaba lo necesario para asombrarse ante la cruda realidad y los golpes de efecto que ésta le provocaba.

Falsetón no conocía la cautela y la discreción a la  hora de resolver los problemas, solo sabía sembrar sentimientos negativos de odio, desconfianza, tristeza y deslealtad. Ni sabia afrontar las tareas en equipo ni admitía consejos. Carecía de olfato para coger el tren que pasaba por delante de sus narices.

Actuaba casi siempre con el ánimo negativo, sin fiarse de nadie y desconfiando de todo el mundo .Instalado en el rechazo mutuo y la incomunicación perfecta. Era un desastre y un mosaico de imperfecciones. Un incontinente verbal e ineficaz por naturaleza.

A Floripes le perdía su carácter individualista, su ambición sin límites y desmotivación indisimulada y por supuesto su exceso de autoritarismo. Pretendía tenerlo todo controlado en un mundo en el que dominaba la imprevisibilidad
 

Tanto misterio en que pretendía desenvolverse le llevaba a no ser lo que parecía pero tampoco quien el creía. Todo en él era una falsificación. No se sentía confiado  ni a gusto con nada ni con nadie, pero no estaba dispuesto a romper sus esquemas ni a darse un momento mágico y sorprendente en el que cambiar su conducta.

Nuestro misterioso personaje se movía entre la petulancia, el absurdo y el desafío al sentido común, y aunque muchas de sus actuaciones resultaran perjudiciales para el mismo y los demás, no dejaban de parecer cómicas y ridículas.

Debía evitar las experiencias y emociones tóxicas. Sabía que si continuaba instalado en esa negatividad, terminaría destruyéndose a sí mismo.

Mantener aquella situación podría terminar de forma trágica. Era el momento adecuado para tomar una decisión importante, comenzar a ver las cosas de otra manera y sobre todo  actuar con un espíritu positivo.

Quizás se había convencido de aquello que decía Gandhi “nosotros mismos debemos ser el cambio que deseamos ver en el mundo”.
                        

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