Pasamos por aquí como en un continuo, a veces queriendo hacer historia y en otras sin querer dejar huella e intentado pasar desapercibido. Pero lo que ocurre, sucede en un tiempo y en un lugar y hace algo más de 95 años, el 15 de Abril de1920 se fundó el PCE (Partido Comunista de España) al escindirse del PSOE algunos integrantes de la Federación de Juventudes Socialistas.
Un hecho, como muchos de tantos a lo largo y ancho del acontecer de esta piel de toro en los últimos cien años, pero que tiene su importancia y cuyo estudio nos sirve para comprender muchos hechos posteriores. Pero nos guste o no, la vida sigue, ocurra lo que ocurra y suceda lo que suceda.
Lo cierto que las páginas de los tratados de lo realizado por el ser humano a lo largo del tiempo, tiene de todo, claridades y oscuridades, luces y sombras, penumbras y telarañas. Entre héroes y víctimas, culpables e inocentes, famosos e innombrables, seguridades y contradicciones, vamos escribiendo nuestra biografía individual y colectiva.
Dudamos de lo que nos han legado y no sabemos que nos ocurrirá en el futuro, por lo que las predicciones son más producto de la intuición y la especulación, que del análisis, estudio, prospección y rigor de nuestras expectativas y posibilidades.
Sabemos que entre el cielo y la tierra, cada paso es importante en la consecución de nuestros objetivos y que en medio de sospechas y desconfianzas, atracciones y rechazos, simetrías y equidistancias, aprendemos a descubrir la verdad y la falsedad que hay detrás de las palabras, como liberar nuestras emociones y aprender a escoger la respuesta adecuada entre todas las posibles.
El contraste con la realidad nos enseña una permanente lección de humildad y a no juzgar precipitadamente a nada ni nadie .También a encontrar nuestro punto de equilibrio entre avances y paradas, pausas y treguas, lógicos y absurdos, ingenuidades y sectarismos, centralidades y extremismos.
Hemos de proponernos disfrutar de todos y cada uno de los minutos de nuestras vidas, centrándonos en ser los mejores con nosotros mismos y para los demás. Es un sano ejercicio saber superar nuestros agobios y proponernos terminar aquello que queremos hacer.
Debemos exprimir el jugo a todas las experiencias que se crucen en nuestros caminos, no viviendo en la neurosis de estar pendiente del resultado de todas cada una de nuestras acciones y sabiendo superar con ánimo y optimismo los embates de la cotidianidad, sin caer en la monotonía ni en la melancolía.
Entre líneas rojas y arenas movedizas, trabajadores y perezosos, duros y blandos, levantadores y arrastradores, no nos libramos de ser objeto de aprecios y desprecios y sujeto de éxitos y prosperidades, ni tampoco de entre oportunidades e inconvenientes de saber plantar cara a los problemas de forma positiva.
A veces en nuestro afán de querer aparentar lo que no somos y hacer lo que no podemos, nos encontramos envueltos en un laberinto sin fin que nos provoca angustias y quebraderos de cabeza, y entre actuaciones acertadas y experimentos fallidos intentamos abrir nuestra mente a nuevas posibilidades y realidades.
No debemos desaprovechar nunca la ocasión de aprender algo nuevo y saber distinguir con claridad lo que es tiempo perdido del ganado, ni tampoco obcecarnos en llevar razón porque es posible que nos demos cuenta que entre lo inexplicable y lo inaudito ni la tenemos ni se le espera.
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