Curioso Empedernido

El mejor y el único

Érase una vez una de las ciudades más importantes de Al-Ándalus, en la que todo lo que ocurría estaba controlado por su mandamás, Mandón Egolatrón cuyo objetivo fundamental era alejar de la cosa pública al resto de los partidos políticos que no fuera el suyo

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Los ciudadanos se muestran cada vez más cansados de esos personajes de la política que parecen haber ganado unas oposiciones y creen que ostentan su cargo o responsabilidad para siempre. Esos que no conocen el verbo dimitir, ni son capaces de abandonar el poder, aunque sean conscientes del enorme daño que están haciendo con su permanencia.

Hoy queridos lectores, cansado de tanto discurso vacío y tanta pose inútil, y convencido de que la democracia representativa  no nos puede llevar a la delegación completa sino al compromiso diario de los elegidos con el pueblo, y que el desentendimiento de lo público que nos afecta a todos no puede ser la actitud de la comunidad, he decidido contarles un cuento.

No es uno de esos fantásticos relatos de Andersen, ni tampoco un cuento  de las mil y una noches, ni tan siquiera un cuento chino, es un cuento político, en el que tenemos una gran ventaja porque los protagonistas., los ponemos y los quitamos ustedes y yo con nuestros votos.

Érase  una vez una de las ciudades más importantes de Al-Ándalus, en la que todo lo que ocurría estaba controlado por su mandamás, Mandón Egolatrón cuyo objetivo fundamental era alejar de la cosa pública al resto de los partidos políticos que no fuera el suyo.

A veces daba la sensación que le gustaba  eliminar a sus más directos colaboradores, ya que los tenía como un pequeño ejército a los que pasaba revista cada mañana y que le seguían con obediencia  y sumisión a todo lugar que el hacedor fuera.

Mostrar tu desacuerdo con el gran señor, que era  o al menos intentaba parecerlo como el REY SOL, te convertía en un apestado y en muchas ocasiones en un enemigo irreconciliable, ya que según su leal saber y entender, los seres que habitaban ese maravilloso lugar asomado a una bella bahía solo tenían una finalidad, decir, sí señor, lo que usted diga señor, que bien habla el señor, que bueno e inteligente es el señor.

La gente se preguntaba sin hallar respuesta ¿por qué cada vez que alguien se manifestaba de manera distinta a como usted entendía  que debía hacerlo se convertía en su más feroz y odiado enemigo? ¿Cree que es democrático no respetar políticamente a su adversario? ¿Sabía usted que hay otras personas en este mundo cruel?       

Oh gran señor creerse dueño y propietario de todo lo que ve y ocurre en su ciudad, adoptar la exclusividad de las esencias patrias, ver enemigos por todas partes, negarles a los otros el pan y la sal, el derecho a enriquecer la realidad, opinando y haciendo de manera distinta es cuando menos peligroso y o  usted no dice ser quien es o ha perdido la chaveta y es un megalománico sin remedio.

Mantener la posición, cerrada, ombliguista y cateta de conmigo o contra mí, guerra al infiel y al enemigo ni agua, le puede convertir en un tren que va marcha atrás o que está en vía muerta. Por bien de la ciudad que dice gobernar y de su propia salud mental debería reflexionar y no dejarse llevar por la soberbia y la prepotencia.

De todas maneras, querido Mandón Egolatrón, antes que yo diga para terminar este comentario y colorín colorado este cuento se ha acabado, estás a tiempo de rectificar, sé razonable hazme caso, hacerlo es de sabios y además esto de la democracia no es cuestión de la voluntad de una persona por mucho poder que crea tener, sino que es cosa de todos, ¿lo entiendes? Ah y cualquiera que viera el más mínimo parecido o coincidencia con la realidad, es que es un mal pensado.

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