Curioso Empedernido

Los dones ocultos

En más de una ocasión vamos a ciegas por la vida entre lo insospechado y lo insondable, suponemos sobre lo que no conocemos y en ocasiones acertamos, poniendo en juego alguna cualidad paranormal que no pensábamos que poseíamos

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai

Todos tenemos poderes, habilidades y facultades que no conocíamos y que en un determinado momento afloran o ponemos a prueba, sorprendiéndonos con acciones que no suponíamos íbamos a ser capaces de hacer, son esos dones ocultos que despiertan para siempre o circunstancialmente hacen su aparición para después irse y no volver a manifestarse.

En más de una ocasión vamos a ciegas por la vida  entre lo insospechado y lo insondable, suponemos sobre lo que no conocemos y en ocasiones acertamos,  poniendo en juego alguna cualidad paranormal que no pensábamos que poseíamos.

Si somos capaces de superar las falacias, mentiras y fantasías, ese sube y baja, que se alza y se desploma, nos movemos angustiosamente entre el tímido crecimiento y la angustiosa recesión, y nos preguntamos ¿Cuáles son los poderes económicos no conocidos que mueven estos hilos? ¿Hay expertos capaces de manejar el mercado a su antojo?

Algo misterioso, nos ocurre en ocasiones, y  nos domina y  lleva a intentar controlar todo lo que pasa, a mantener la tranquilidad y la calma, a ser rebelde y desobediente y no sucumbir a las sumisiones, a no ser víctima de los prejuicios y saber cambiar de planes cuando es necesario para que las aguas vuelvan a su cauce tras la tormenta.

Desde la experiencia aprendemos a no maximizar ni pontificar, a  relativizar, a que las cosas llegan en su momento, incluso cuando este nos parece inoportuno. En medio de multitudes y soledades, cada situación es distinta y nuestras reacciones puede ser previsibles o inesperadas en las que sorprendamos a  quienes creen conocernos con aspectos de nuestro perfil personal que estaban latentes pero nadie había descubierto.

Entre pronósticos y profecías nos pasamos media vida soñando con la que haremos en la otra media, y alternamos momentos de amor y gran plenitud con otros tristes y amargos, instantes en los que liberamos toda nuestra energía con aquellos que apenas tenemos fuerza para movernos. Es el tiovivo de nuestro paso por la vida.

Cuando alcanzamos cierta madurez en nuestros calendarios, acabamos admitiendo sin angustiarnos  que todo el mundo tiene  derecho a equivocarse, a que como en la noria, habrá momentos de éxito y otros en los que caeremos en desgracia, situaciones en las que nos sonreirá la fortuna y otras en las que nos dará la espalda.

Hay quienes entre la velocidad y el vértigo nos muestran todo su insignificante poder o la grandeza de su simplicidad, y saben disfrutar de la magia de las situaciones en lugar de obsesionarse por la tiranía de los resultados.

Pero quizás uno de los dones que más deberíamos ejercitar en nuestra sociedad, y que suele  permanecer demasiado encerrado en las cárceles de la ortodoxia y lo políticamente correcto es el sentido del humor, cuya ausencia nos lleva a no utilizar uno de los mayores transformadores de la realidad social.
 

Se imaginan, tan solo por unos instantes, que los grandes líderes mundiales, entre enfoques y desenfoques, admitieran sus errores y despropósitos y fueran capaces de reírse de ellos mismos en una especia de terapia colectiva.
 

Interesarnos por lo que ocurre a nuestro alrededor, escuchar a los demás, divertirnos con las cosas más simples y aprender de nuestros propios errores son “las claves misteriosas” que nos hacen la vida más agradable y divertida.             

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN