Curioso Empedernido

La desaparición del otro

Se le veía desaparecer entre absurdas sandeces y peligrosas insustancialidades, reflexiones y recapacitaciones, cables y enchufes, edificios hacia arriba y rascacielos para abajo, actitudes viciadas y aberraciones

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Nuestra sociedad es injusta e implacable y en un gesto de crueldad sin límites convierte en invisibles a los que considera más débiles y desfavorecidos, a aquellos de los que quiere prescindir o con los que a todos los efectos no cuenta.

Y en este bosque entre paisaje y paisanaje, el panorama se nos vuelve increíblemente imposible, y lo que ayer existía hoy ha dejado de contar para nosotros, y   vemos como en demasiadas ocasiones no existen los niños, las mujeres, los viejos, los pobres o los discapacitados.

Por arte de magia se han  vuelto invisibles, y solo analizamos y metemos en las encuestas a los que trabajan y cotizan aunque cada vez sean menos, los explotados pero que siguen contribuyendo, los jóvenes aunque no encuentren empleo por muy preparados que estén, a todos  los que sirven de instrumentos del poder  y por supuesto a los ricos, que son quienes las pagan.

Con frecuencia desaparecen del mapa y de nuestra vista los que intentan plantar cara al sistema y se convierten en seres molestos o aquellos que hartos y cansados huyen, mientras nuestros políticos no asumen ninguna responsabilidad ni en lo que dicen ni en lo que hacen , porque o bien se les ha malinterpretado o se les ha sacado de contexto.

En el camino de la contradicción de los seres humanos, algunos son tan pobres que están satisfechos con nada, con los que no les importaría desaparecer, ya que lo encontrarían como una liberación. El aire fresco que necesitaba y que le volvía  a convertir en ser de carne y hueso, le llegaba de la mano de la persona amada.

Parecía que el tiempo no hubiera pasado y hubiera horadado las ilusiones y posibilidades comunicativas de Ignorado Otro. Sentía cansancio y temía no llegar a conseguir lo que se había propuesto. Su organismo acusaba los excesos y le estaba gritando volver al orden.

Se le veía desaparecer entre absurdas sandeces y peligrosas insustancialidades, reflexiones y recapacitaciones, cables y enchufes, edificios hacia arriba y rascacielos para abajo,  actitudes viciadas y aberraciones pero sin saber cuáles eran los pasos que debía seguir dando.

Demasiadas veces Ignorado , al igual que muchos de nosotros , notaba que no se le escuchaba aunque fuera consciente que había elegido adecuadamente su causa , y descubría lo duro que era cualquier camino por muy fácil que nos pareciera, que los libros no hay que explicarlos como pretenden algunos críticos sino que hay que leerlos,

Ignorado Otro, era el siempre nombrado que hasta ayer nadie conocía y a nadie importaba ni reparaba, por haber ganado aquel Concurso Literario al que todos aspiraban pero que nadie reconocía haberse presentado. Ahora notaba haber pasado del anonimato al mito, de la tranquilidad a la polémica.

Había saltado a la fama y la popularidad, a la visibilidad y al conocimiento de un día para otro, aunque muchos no quisieran entender que llevaba trabajando más de treinta años, en esto de juntar palabras e intentar hacer literatura.

Era un gran seductor de la palabra, que sabía moverse a la perfección entre el paraíso de lo exquisito y el infierno de lo terrible, y debía tener la sabiduría y el acierto de aprovechar aquellos momentos, porque un día u otro, casi sin darse cuenta y sin saber por qué, dejaría de gustar y vendría el declive, de nuevo de la multitud a la soledad.

Entre lo próspero y lo decadente, había aprendido a construir lo destruido, y necesitaba salir con urgencia de aquella tela de araña que le envolvía, de aquella rutina sin sentido en la que se encontraba.

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