“A todas los profesionales, familiares y ciudadanos en general que han trabajado por una sociedad mejor, en la que los discapacitados pueden gozar y ejercer todos sus derechos y sean más felices“ I
A lo largo de la historia de la humanidad hasta nuestros días el ser humano ha sido y se ha comportado de forma distinta en los distintos espacios y tiempos. Hemos ido cambiando nuestra cultura y nuestros comportamientos, y hemos ido construyendo distintos tipos de comunidades y sociedades.
Este 3 de Diciembre de 2014, cuando celebramos el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, declarado como tal por la Asamblea de las Naciones Unidas en 1992, con el objetivo de que la sociedad tomara conciencia y se fuera logrando la igualdad de derechos de estas personas como cualquier otro ciudadano.
No es baladí recordarnos que somos en el mundo 7.200 millones de personas y de ellas más de 1000 millones viven con alguna forma de discapacidad, por tanto no es un tema menor ni una situación ante la que podamos mirar para otro lado como si no existiera.
En este artículo, no voy a hacer un análisis sobre la discapacidad desde sus distintos ángulos y aspectos, ni tampoco cuales deben ser los diferentes enfoques en la atención de estos compañeros de viajes en el camino de nuestras vidas, sino que solo tengo espacio desde la humildad que me proporciona una experiencia en este campo de más de cuarenta años a aprovechando esta ventana de libertad del VIVA, hacer algunas reflexiones.
Creo y tengo que denunciarlo sin disimulos ni cataplasmas, que en los momentos actuales de este siglo XXI, en nuestro país, España, diera la impresión que estamos regresando al pasado de la mano del gobierno del PP y que se están vulnerando los derechos de las personas discapacitadas, y vamos hacia atrás en busca de un tratamiento caritativo de la cuestión, que además de inadmisible tiene que ser totalmente rechazable.
Mientras, en Andalucía, se inicia la tramitación de un nuevo proyecto de Ley de los derechos y la atención a las personas con discapacidad, lo que colocará a nuestra Comunidad a la vanguardia en el abordaje integral de estos ciudadanos y ciudadanas.
Ha costado grandes esfuerzos el acceso a todo el sistema integrado de lo que hemos quedado en llamar la normalidad, a valorar las capacidades artísticas y deportivas, el derecho a una vida lo más autónoma e independiente, a ir eliminando barreras de todo tipo.
Ya parecía un logro al alcance de la mano, el que las personas con discapacidad tuvieran su propia voz, a que se les consultara en todas aquellas cosas que les afectara en la medida que ellos pudieran participar, a que pudieran tener un trabajo digno y decente y a formar parte como ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho de una sociedad inclusiva e incluyente.
En estos quince años desde esta celebración, muchos han sido los objetivos que se han planteado a nivel mundial para conseguir que los discapacitados sean iguales ante la ley, para que no sean discriminados bajo ningún concepto, para que tengan igualdad de oportunidades, para que gocen del derecho a su seguridad, a una vida independiente y a una integración total.
Por ello hemos de rebelarnos para que nadie, por muy poderosos que se considere ni por mucha mayoría absoluta de la que disfrute quiera volver al estigma de la lástima y la segregación, de las lágrimas y la caridad, que solo intentan ocultar y esconder su discapacidad como integrante de su condición.
En esta ocasión, el objetivo planteado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas es “el desarrollo sostenible: la promesa de la tecnología”, ya que debemos hacer todo lo necesario para asegurar que las políticas, los programas, las directrices y las tecnologías de esta época estén al alcance de las personas con discapacidad y tengan en cuenta sus perspectivas y sus experiencias.
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