Curioso Empedernido

Dar el cante

Cada persona tiene su ritmo, encontrarlo nos da energía positiva y nos aleja del pesimismo y la depresión

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Dicen los expertos en comunicación que las palabras o los gestos hay que decirlas o hacerlos en el momento oportuno y dominar el poder de la sincronía, que con frecuencia vemos y oímos a gente que tiene la “extraña habilidad” de desentonar y ser inoportuno y resultar inapropiado.

Cuando se trata de personajes públicos la cuestión resulta más evidente y si me apuran, en ocasiones, hasta escandalosa y bochornosa. Como por ejemplo, aquellos que nos mienten descaradamente y pretenden tomarnos el pelo a todas horas del día, intentando hacernos comulgar con ruedas de molino.

Están también los que  se erigen sin que nadie los elija ni los nombre en visores y supervisores de todo lo que hacen los demás, y aunque no tengan ni zorra idea de lo que se trata, van por el mundo dando lecciones magistrales sobre todo lo que ignoran, en un ejercicio de cara dura elevado a la enésima potencia.

Seguro que en algún momento habrán padecido los especímenes que te quieren atropellar con el verbo y no hay quien les entienda, en lugar de hablar de forma serena y calmada, con las pausas necesarias para que quienes les escuchan puedan procesar lo que dicen.

Hacer volar la imaginación es un buen ejercicio para estimular la creatividad, soñar es bueno y necesario pero hay veces que conviene hacerlo despierto y con los pies en el suelo , ya que perdiendo  de vista la realidad no solo podemos dar el cante de que no somos juiciosos, sino llevarnos un gran disgusto. 

Hay quienes están llenos de prejuicios y malos rollos, y no son más negativos porque no se entrenan por las noches, que si se lo proponen pueden llegar a serlo. Son gente que en lugar de mostrarse receptivos y abiertos con los demás mantienen una postura cerrada, insensible e indiferente.

Los que no dan lugar a la novedad, la sorpresa y la emoción, y en un pis pas, quieren saber y escribir el principio y el final de la historia, y cualquier cosa distinta a lo que tenían planeado les trastoca sus planes, se sienten invadidos en sus posiciones y les amarga la jornada.

La prosa y la poesía de la vida, tienen sus buenos y sus malos momentos, sus altos y bajos, sus filias y fobias, sus aciertos y  errores. Sin embargo hay quienes se empeñan en convencernos de su increíble perfección y andan demostrándose a sí mismos y a los demás todo lo que son capaces de hacer.

Y a la hora de doblar el espinazo están los que no dan un palo al agua y no trabajan no vayan a adquirir malas costumbres. Tampoco son seres deseables, los que viven por y para el dinero, y que actúa sobre sus conciencias de avaros como una carcoma que los destruye por mucho que tengan.

Pero para dar el cante en su salsa, uno de los mayores especialistas es el exhibicionista, que reclama la atención de todo los que le rodean y en su afán de ser el centro del mundo no les importa hacer lo más inapropiado fuera de tiempo y lugar.

Cada persona tiene su ritmo, encontrarlo nos da energía positiva y nos aleja del pesimismo y la depresión,  cumplir nuestros sueños, ponernos manos a la obra, luchar por lo que queremos y procurar que diariamente se produzca en nosotros la revolución de los sentidos, y que siempre nos queda algo por hacer y descubrir.

Recordando a Antonio Machado en el setenta y cinco aniversario de su muerte “los que están siempre de vuelta de todo son los que no han ido nunca a ninguna parte”
                       

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