Tal vez usted, señor Arias Cañete, y alguno de los suyos pensaban que tras el debate televisivo con la candidata socialista Elena Valenciano, cientos, quizás miles de mujeres de los dos millones cuatrocientos mil españoles y españolas que decidieron ver el debate, iban a quedar hipnotizadas, abducidas y seducidas de la empatía de su “fácil y magistral” verbo, que usted desprendió a lo largo de la hora que duró.
Incluso hubo muchos de sus asesores, que en una visión excesivamente optimista, le recomendaron un tono bajo, porque usted ese cara a cara lo tenía ganado de antemano, una faenita de aliño y sin problemas, que iba ser un paseo militar y no iba a tener que emplearse a fondo en absoluto.
Pues mire por donde don Miguel, usted que estudió en los jesuitas y se ve que poco aprendió de sus enseñanzas en cuanto a la prudencia, usted que es abogado del Estado y presume de su amplia experiencia en las instituciones europeas recibió un vapuleo de la serena, inteligente y segura candidata socialista, Elena Valenciano.
En una deliberación política encorsetada y rígida en los tiempos y formas, y que deberíamos tomar más como modelo la de otros países europeos y la de las elecciones americanas, además de ser un compromiso obligado de todo el que se presenta a un proceso electoral, usted, señor Cañete , fracasó y nos ofreció una pobre imagen.
Frente a alguien que tenía claro su papel, como la señora Valenciano, con mensajes directos y con mirada limpia y sincera a la cámara, a usted se le veía inquieto y prisionero de los papeles, que parecían notas improvisadas a bolígrafo o a rotulador, y no una documentación rigurosamente preparada por sus asesores con datos que apoyaran sus intervenciones.
Señor Cañete, perdió usted el debate del pasado jueves día 15 y esa mala resaca en la que reconoció que no era usted mismo, le hizo sacar su verdadero “yo” en una entrevista con esa gran periodista que es Susana Griso y remató la faena con todo su machismo latente que se hizo manifiesto porque salió cual lava de volcán “Con Rubalcaba podría decir barbaridades, pero con una mujer…” y añadió ”si haces un abuso de superioridad intelectual, parece que eres un machista que está acorralando a una mujer indefensa”
Se dan ustedes cuenta, señoras y señores del PP, que su lozano candidato, con sus manifestaciones, ha despreciado públicamente a las mujeres españolas, ni más ni menos que al 52% de la población. Es indudable, que esto que no es nuevo en usted, señor Cañete, ya en su día nos obsequió con aquella frase de que “el regadío hay que utilizarlo como a las mujeres, con mucho cuidado, que le pueden perder a uno”.
Por tanto, no es solo un gesto impresentable de mal perdedor, tampoco es un despiste, ni un descuido, ni el síntoma del estrés de la campaña electoral, es la evidencia más palpable de una ideología que es la que impregna el PP. No están ustedes por la igualdad y así lo demuestran con sus recortes.
Imagínense que estuviéramos en cualquier otro país de la Unión Europea y que uno de sus candidatos hubiese incurrido en el gravísimo error de don Miguel, les aseguro que estaría en su casa. Ahora no me extraña nada, que dada su altura de miras y su talla humana, no quieran los suyos que se le vea en el cartel y le haya fundido el azul, cual papa Pitufo.
Además, señor Cañete, llueve sobre mojado, porque ha mentido ante el Congreso de los Diputados en su declaración de actividades. Ah y entérese y salga de las cavernas del pasado, por favor, en este país, ya hace tiempo que mujeres y hombres somos iguales, por eso además de su torpeza y de no disculparse por sus palabras, nos ha sorprendido el silencio de algunos dirigentes del PP ante su actitud impresentable e inadmisible, aunque el señor Rajoy diga que es usted el mejor candidato.
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