Curioso Empedernido

Agarrados y sueltos

La experiencia nos enseña que se pueden decir las mismas verdades de muchas maneras, y que necesitamos tener mano izquierda y moderar nuestras opiniones, para favorecer la comunicación y el entendimiento

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En la vida como en los bailes de los sesenta hay dos modalidades , agarrados y sueltos, los que permanecen enganchados a sus ideas y costumbres sin perspectiva de cambiar y aquellos otros que por muy adversas que sean las circunstancias se sienten sueltos y toman la iniciativa, sin esperar a que les marquen el paso.

Debemos estar con los ojos y oídos muy abiertos, y por muy descabellados que nos parezcan algunos comentarios y apreciaciones hemos de prestarles atención y respetarlos. Hay días que  transcurren  en calma, con sosiego, sin necesidad de estar permanentemente mirando el reloj y otros en los que diera la impresión que fuéramos montados en una montaña rusa.        

La experiencia nos  enseña que se pueden decir las mismas verdades de muchas maneras, y que necesitamos  tener mano izquierda y moderar nuestras  opiniones, para favorecer la comunicación y el entendimiento, para intentar negociar aunque las posturas sean muy encontradas.

También hemos de ser conscientes y pacientes para admitir que en ocasiones nuestras virtudes son nuestros mayores defectos, que observamos con frecuencia como hay demasiados charlatanes que caen victimas de su propia trampa , entre la palabrería y  la verborrea que le llevan al descrédito ,ya que entre sus prédicas y sus hechos no existe ninguna relación.

Aunque fijemos unas reglas, que pueden ser muy validas en determinados momentos, hemos de estar dispuestos a cambiarlas cuando sea necesario si eso supone una mayor justicia individual y colectiva, y debemos afrontar con decisión y decencia los desafíos y retos que se presenten en nuestro camino.

Entre carros y ruedas, cestos y manzanas, movimientos y viajes, idas y venidas, quiebras de confianza, ofensas y escarnios, siempre hay cosas que se nos escapan de las manos. Nos resulta difícil entender como la realidad supera a la ficción por mucha imaginación que le echemos y disfrutamos de cada momento como si fuera mágico.

Hay quienes en su filosofía es no comprometerse para nada y con nadie, cuando se les presenta un problema o han resolver una situación se sitúan en permanente estampida, mientras que otros no están dispuestos a perder ninguna batalla, ni admiten ninguna renuncia sin probar todas las posibilidades.

A veces no nos damos cuenta que con nuestros enfados y salidas de tono estamos atrayendo humores negativos, lo que nos hace sentirnos especialmente nerviosos e indecisos sin saber que camino tomar, mientras que en otros momentos estamos llenos de optimismo con fortaleza, solidez y fundamento de conocer lo que queremos y hacia donde dirigir nuestros pasos.

También están, quienes agarrados o sueltos, se sienten permanentemente cansados o aquellos que en su tendencia a la pereza les place  tener pegadas sus posaderas al sofá, y no  hacen el más mínimo esfuerzo porque ante el trabajo ni están ni se les espera.

Cuando todos los vientos soplan a  favor, emanamos positividad por todos los poros y nos sentimos de buen humor. Sin embargo cuando las cosas transcurren por derroteros poco aconsejables y no podemos superar con facilidad las situaciones de riesgo, todo se nos cae como un castillo de naipes.

Resulta curioso comprobar como entre tormentas y tormentos, ajetreos, fiestas y celebraciones apenas tenemos tiempo para el sosiego y la reflexión y hay doctores del intentar convertir los rumores en escándalos.

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