Curioso Empedernido

Fuera Papeles

Hay quienes que en el drama de buscar un paraíso que no llega ni se cristaliza, pasan todas las calamidades y humillaciones del mundo en la búsqueda de tener papeles

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Nuestra historia como país está íntimamente unida a los papeles, a ser un camino tortuoso de burocracia que lejos de facilitar nuestras vidas las ha complicado inútilmente en muchos momentos. A veces estamos agobiados por la acumulación de los mismos y en otras por su ausencia.

Reconozco que mi generación como los anteriores hemos estado determinados en nuestra existencia por la cultura del papel. Nacemos y no somos nadie hasta que nos registran y nos dan un documento justificativo. Cursamos unos estudios y esperamos con ansiedad a obtener el pliego tangible  que nos acredite nuestro Grado, Master o Doctorado.

Nos casamos y esgrimimos el certificado de matrimonio que nos da el juzgado. Compramos nuestra casa con muchos esfuerzos y tras pagar más de media vida de hipoteca nos hacemos con las escritura. Finalmente cuando abandonamos este mundo y estiramos la pata, todo el mundo espera el Certificado de Defunción para enterrarnos o incinerarnos.

Los tiempos cambian que es una barbaridad  y ya las cosas no son lo que eran. Atrás quedaron las cartas de amor, los oficios, las fotografías en papel, y la gente se declara y se comunica  por wasa, hacen las fotos de sus bebes en cuanto nacen con sus tabletas y móviles de última generación, y acceden a la información que se produce en el instante a través del periodismo digital.

En lo que se refiere a la burocracia, una de nuestras señas de identidad que ha caracterizado en ocasiones la lentitud, el oscurantismo e incuso la corrupción de nuestro país, se ha quedado obsoleta. No es que vayamos, es que estamos cada día más en una administración sin papeles, en la que la mayoría de las gestiones las podamos hacer electrónicamente a través de la red.

Comunidades autónomas como Andalucía o Madrid han dado pasos importantes en este sentido para que no solo avancemos y nos modernicemos, sino que exista una intercomunicación permanente  entre los distintos niveles de la administración y una respuesta rápida, ágil y eficaz ante las iniciativas ciudadanas e innovaciones empresariales que faciliten la actividad social, económica y productiva.

Pero en el lenguaje y en el juego de la vida son demasiadas las ocasiones que recurrimos, según las circunstancias a jugar el papel que más nos conviene y nos interesa y nos pasamos los años cambiando los mismos en una especie de representación permanente.

Hay quienes que en el drama de buscar un paraíso que no llega ni se cristaliza,  pasan todas las calamidades y humillaciones del mundo en la búsqueda de tener papeles o aquellos otros cuyas palabras no tienen ningún crédito ni ofrecen confianza alguna y  son papel mojado.

En algunas ocasiones el papel como es el caso del higiénico nos saca de apuros ante una de esas imperantes necesidades fisiológicas que ni avisan ni esperan, o lo bien que nos viene un buen rollo para embalar un paquete o un estampado o de brillo para envolver con todo el cariño un regalo.

Como la vida no solo es lo que es sino lo que parece que es, no podemos negar que la sociedad a cada uno, bien por lo que nos lo hemos trabajado o porque nos ha tocado, nos asigna un papel y en demasiadas ocasiones no sabemos muy bien  si somos quienes realmente creemos o lo que nos ha tocado representar.

No sé que pasaría si una de estas mañanas nos levantáramos y nos dijeran que el papel ha desaparecido, incluso los billetes de quinientos euros que yo jamás he tenido uno en mis manos, ¿qué creen ustedes que ocurriría? Nada, eso, aunque ustedes no lo crean está ocurriendo. Es posible, que el fuera papeles, esté más cerca de lo que nos creemos.

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