Curioso Empedernido

Realidad virtual

Recele de aquellos que siempre le llevan entre loas, halagos y alabanzas porque probablemente quieran ofender su inteligencia y violentar su humildad

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Negar la realidad y empecinarse en fabricar una ficción autocomplaciente, resulta además de inútil y contraproducente una peligrosa estrategia  que en la actividad política conduce a la falta de credibilidad y confianza. Son muchos, más de los deseables, los responsables públicos que son rehenes de este error y terminan confundiendo lo que quieren oír y ver con lo que verdaderamente sucede.

Sin ir más lejos, y porque con ejemplos las cosas resultan más didácticas y se entienden mejor, el alcalde de Algeciras el señor Landaluce parece en ocasiones desear escuchar solo las voces que por distintos intereses e incluso por miedo le dan la razón siempre y en todo, sin atreverse a cuestionarle nada, lo que para el conocimiento de los problemas y sus posibles soluciones le vendría muy bien y debería agradecer.

Querido amigo y alcalde José Ignacio Landaluce, desde el cariño, el respeto y la discrepancia, aunque aquellos a los que usted ordena contestarme intenten insultarme y descalificarme no por eso debe hacerles caso, desconfíe de quienes siempre le dicen sin rechistar “señor, si señor”, porque es posible que tras esa ciega obediencia exista o se esté fraguando la mayor de las deslealtades y traiciones.

Con el reconocimiento democrático a la institución que usted representa, que debe ser fortalecida a diario por todos los ciudadanos y ciudadanas, y la libertad que me otorga no ser súbdito de nadie ni fanático de nada, sino una persona en el ejercicio pleno de todos sus derechos, entre ellos el constitucional de la libre expresión de mis ideas y posiciones políticas, me tomo el atrevimiento de decirle desde el más sincero afecto, que  se está equivocando.

Y si desea comprobarlo, salga de su burbuja del Congreso de los Diputados y de su despacho en la calle Convento los fines de semana que es cuando puede dedicarle tiempo a la alcaldía, y vaya a las barriadas, hable con la gente, reciba a todos los colectivos sociales no solo a los afines que trabajan  en distintos campos para construir una ciudad mejor,  y se dará cuenta que existe una profunda brecha y un divorcio más real que virtual entre su actuación política  y la calle.

Frente a estas criticas sanas y saludables, cuya única finalidad es el deseo de que lo haga lo mejor posible y por tanto nos beneficiemos todos los algecireños y algecireñas, intentar tapar las cosas que no funcionan y los problemas sin resolver, es reforzar las razones que educadamente le expongo de vez en cuando a través de esta tribuna de libertad del VIVA CAMPO DE GIBRALTAR.

Recele de aquellos que siempre le llevan entre loas, halagos y alabanzas porque probablemente quieran ofender su inteligencia y violentar su humildad, y como sé que con frecuencia lee los evangelios, recuerde usted lo que dice Jesús según San Mateo,”no todo el que me dice, señor, señor, entrará en el Reino de los Cielos”.

De sabios es rectificar, y aunque me cueste una nueva catarata de descalificaciones  de esos que dicen que le aplauden y le colman de lisonjas pero no le hacen ningún favor, hágame caso, aunque sea solo una vez. Acérquese a nuestros vecinos y sus demandas, a esos más de 17.000 desempleados, que con sus familias lo están pasando muy mal y desde su sensibilidad de gobernante dedíquele todo el tiempo del mundo a Algeciras.

Al igual que en su día optó honestamente por ser Diputado y no continuar de concejal, ahora deje su escaño en la Carrera de San Jerónimo y esté con nosotros los siete días de la semana porque en Madrid no resuelve ninguno de nuestros grandes problemas, y no dude nunca que aunque no estoy de acuerdo con usted señor Landaluce en la mayoría de las cosas, puede fiarse más de mí  que de otros que le “bailan el agua”. A ambos nos une nuestro afán de mejorar Algeciras  y hacer más felices a nuestros vecinos, y no se olvide de lo que afirmaba Charles Dickens” los caminos de la lealtad son siempre rectos”.

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