La vida es una caja de sorpresas y hay que reconocer, como decía el gran maestro y califa del toreo cordobés Guerrita, que “hay gente pa tó”. En el amplio catálogo de personajes curiosos, los hay que se lo pasan en grande entre trolas, de tal forma que mienten incluso cuando lo reconocen, actúan como trileros y nos quieren colar todo tipo de trágalas, pretendiendo que soportemos todo aquello que por principios rechazamos.
En la política, como en todas las actividades humanas, hay quienes nos quieren dar gato por liebre. Aquellos que se fabrican sus propias historias, aunque sólo sean una gran falsedad, incluso los que todos los días tienen a España en sus bocas y hacen novenas a todos los santos para que la crisis no se acabe, porque están haciéndose inmensamente ricos a costa de las fatiguitas de todos nosotros.
Son troleros, trileros y trapaceros a prueba de bombas y especialistas en poner cara de buena gente, como si no hubieran roto un plato, como si pretendieran ser personas bondadosas y generosas, cuando están siempre dispuestos a machacar a quienes se le pongan por delante.
Este tipo de sujetos actúan sin escrúpulos, como si el resto de la humanidad no existiera, pero aparentan estar muy preocupados por lo que pudiera sucederles a cualquier hijo de vecino. Son grandes intérpretes, aunque con frecuencia les asusta el público, y prefieren quedarse en el ensayo frente al espejo o ante un auditorio sumiso y domesticado.
Con su lenguaje hiperbólico e insustancial son capaces de justificar lo injustificable, envolviéndote en una palabrería sin sentido que no oculta lo esencial aunque lo intente, como por ejemplo, que nadie nos puede convencer por mucha fantasía e imaginación que le eche que lo mejor para el templo de la voluntad popular, cual es el Congreso de los Diputados, es que permanezca cercado por vallas y barreras que lo hagan difícilmente accesible.
El pueblo llano, el mismo que el pasado miércoles día 19 se manifestó en ochenta ciudades españolas, entre ellas en la Plaza Alta de nuestra Algeciras, está hasta las narices de que ustedes nos digan, como afirma Rajoy, que sólo pueden elegir entre lo malo y lo peor o que lo hacen obligados por la herencia recibida, porque eso no es lo que hacen en otros países.
También están cansados de que tengan ustedes dobles discursos, en el ejercicio de un fariseísmo político, porque mientras aprietan el botón con prontitud en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo en Madrid , para ratificar obedientemente todos los recortes y ajustes que les dicen sus jefes del PP, como es el caso del señor Landaluce, a la sazón alcalde de las Algeciras, y que nos tienen disgustados, asfixiados e indignados, aquí diera la impresión de que la cosa no va con ustedes y le exigen a la Junta de Andalucía todo lo contrario de lo que les pide el Gobierno de la nación.
Esa forma de hacer política, de doble y triple discurso, según las circunstancias, es la del engaño, el embuste y la trola, supone actuar como trileros o tramposos políticos y querer obligarnos a que pasemos por el aro como si fuéramos idiotas o que al final nos termine picando una medusa, de tantas como hay en los últimos tiempos en nuestras playas de Getares y El Rinconcillo.
Creo que todavía no se han enterado, que en democracia , la confianza de los ciudadanos y ciudadanas ha de revalidarse diariamente con una actuación política basada en la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, y ese no es precisamente el camino que ustedes, señoras y señores del PP, están siguiendo, sino justo el contrario.
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