Opiniones de un payaso

¡Vaya legado!

El señor Romero se propone atiborrar a los vecinos que vayan a verle –y que espero no sean demasiados– con unas sesiones de powerpoint, aderezadas con su...

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El señor Romero se propone atiborrar a los vecinos que vayan a verle –y que espero no sean demasiados– con unas sesiones de powerpoint, aderezadas con su propia verborrea, en la nueva edición de sus asambleas vecinales, que de asamblearias –todo sea dicho– no tienen nada, porque no son más que monólogos del Excmo. Sr. Alcalde, y que comienzan esta misma semana. Cuando hace cuatro o cinco años nuestro actual primer regidor se sacó de la manga este invento ya tuve oportunidad de expresar mi opinión al respecto. Cuatro o cinco años después, me reitero en lo afirmado.
Decía yo entonces que el solo hecho de su convocatoria ya resultaba un tanto mosqueante. Pues lo mismo cabe decir a día de hoy. Porque, en realidad, tras el supuesto objetivo de informar a la ciudadanía, y darles la posibilidad de participar en los asuntos públicos, lo que se esconde es, por un lado, un intento de justificar la ineptitud y la inoperancia de su equipo de gobierno y, por otro, un deseo de manipulación de la opinión pública barreña.
Con recursos de la institución, valiéndose de su condición de primer edil y sin el menor pudor, el señor Romero se monta el espectáculo de estas reuniones con los vecinos para su lucimiento personal, como ya hiciera en las ediciones anteriores, y se lleva consigo a los ediles de su grupo, para que le hagan de palmeros. Unos encuentros que, para ser exactos, bien podrían considerarse mítines, a pesar de que la campaña para las próximas elecciones queda aún lejos. Y es que, como ya ha demostrado infinidad de veces desde que se aventuró en el ejercicio de la política, y un servidor ha comentado en más de una ocasión, su sentido del ridículo es mínimo, por no decir inexistente, y otro tanto se puede asegurar respecto a su sentido de lo ecuánime y de lo bueno.
Hace cuatro o cinco años me preguntaba yo si en estas asambleas hablaría a los ciudadanos de lo que pasó con la finca La Gertrudis y por qué se fue al garete el proyecto de implantación de la multinacional LPC Group, que habría generado más de mil puestos de trabajo directos. Por aquellas fechas me preguntaba también si les aclararía a los vecinos por qué deja que siga en manos de un privado el vertedero, que es una instalación de titularidad municipal valorada en varios millones de euros, y por qué no cobra a Acerinox la tasa por la recogida, transporte y tratamiento de residuos inertes, que reportaba al Ayuntamiento más de 1,5 millones de euros anuales. O por qué permite el deterioro y la pérdida de una gran parte del patrimonio público. Cuatro o cinco años después, en octubre de 2017, me pregunto lo mismo. Esto es, si les ofrecerá a los vecinos de cada una de las barriadas del municipio explicaciones sobre estos temas, que son de interés, de forma veraz, o solo irá a contarles las milongas que cuenta siempre. Y, ya de paso, me pregunto, además, si les va a informar de las cifras que, aproximadamente, alcanzará la deuda del Consistorio cuando en las próximas semanas tenga que hacer frente al cumplimiento del total de las sentencias de despido nulo que este mes va a dictar el Tribunal Supremo y que van a suponer un desembolso de más de 20 millones de euros de una sola tacada.
En definitiva, me pregunto –es obvio que de manera retórica– si pedirá perdón a los ciudadanos de Los Barrios por el agujero millonario que ya ha provocado en las arcas municipales en poco más de cinco años, y a cambio absolutamente de nada, o todavía tendrá la desfachatez y la poca vergüenza de presumir de su legado.

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