Opiniones de un payaso

¿Romero en el PP?

Supongo que se habrán dado ustedes cuenta como se ha dado cuenta un servidor. Desde junio para acá, si no antes, el señor Jorge Romero, creo que ya no hace públicos cada mes los gastos que paga con la tarjeta bancaria de la que disfruta en su calidad de alcalde...

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Supongo que se habrán dado ustedes cuenta como se ha dado cuenta un servidor. Desde junio para acá, si no antes, el señor Jorge Romero, creo que ya no hace públicos cada mes los gastos que paga con la tarjeta bancaria de la que disfruta en su calidad de alcalde. Hecho este para el que ahora mismo, a bote pronto, solo se me ocurren dos explicaciones. A saber. O bien no los hace públicos simplemente porque ya no tiene nada que hacer público a ese respecto. Esto es, ya no utiliza la visa y ya no gasta con ella. (Con la subida de casi un 40 por ciento que aplicó a su sueldo, nada más ser reelegido, y la subida del mismo tenor que aplicó al de su principal partenaire, el muchacho anda, si no con tanta liquidez como la que alguna vez imaginó cuando soñaba con ser torero, sí con la suficiente como para ir de sobrado por la vida). O bien, porque ya no tiene necesidad de publicarlos. Y no tiene necesidad de publicarlos porque las próximas elecciones locales –a las que, si cumple con su palabra ante notario, no piensa presentarse– quedan demasiado lejos y, de momento, no le haca falta efectuar gestos de cara a la galería con los que engatusar al respetable y trincar algunos votos.
Aparte de mucho cuento y mucha demagogia, tal y como se le ha recordado y se le recuerda no sin acierto desde la oposición, más deuda y  muchos más impuestos, pero menos servicios y menos patrimonio, es el mejor resumen que se puede efectuar de la labor del señor Romero al frente de la alcaldía de Los Barrios desde 2011 hasta la fecha.
En cierto modo, y salvando las distancias, su gestión me recuerda a la de aquel don Rodrigo Rato –endiosado tiempo ha y a día de hoy vituperado por los que otrora le veneraban– que logró la ansiada convergencia con Europa, aunque a cambio de esquilmar y malvender buena parte del patrimonio del estado, colocándolo en manos de algunos que, presuntamente, luego pudieron contribuir –agradecidísimos– a llenarle los bolsillos y llenárselos, además, a sus amiguetes.
También –salvando igualmente las distancias– a la de quienes hasta no hace mucho siempre se proclamaban a boca llena herederos y epígonos del malogrado ex director del FMI, que en cuatro años, de la mano de Rajoy, casi han duplicado el endeudamiento acumulado de este país, han devaluado la calidad de nuestra sanidad, nuestra educación y nuestra atención social, han precarizado el empleo, poniéndolo a precio de ganga, y han multiplicado la pobreza hasta unos niveles escandalosos y alarmantes.
Puede afirmarse que el señor Jorge Romero –después de dos o tres cursos pagados por la FEMP y cuyos diplomas exhibe a la entrada de su despacho– ha conseguido que Los Barrios –eso sí falseando la realidad de la situación económica y financiera del Ayuntamiento como el gobierno de Madrid falsea los presupuestos generales del reino– converja, no con la UE, pero sí con Montoro, y con Hacienda. A cambio, por supuesto, de permitir la pérdida de una buena parte del patrimonio del municipio; de malprivatizar servicios –tal vez porque con privatizarlos no tenía bastante– y de dejar –dicho sea en sentido figurado– algún que otro cadáver en el camino recorrido gracias a su conocida y célebre hoja de ruta. Así que no es de extrañar que, ahora que se ha quedado sin partido, en el PP hasta se estén planteando ficharle, según se rumorea.

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