Opiniones de un payaso

San Jorge Bueno, mártir

Esta semana hemos asistido, entre indignados y perplejos, a la subida de sueldo que para este mandato que se inicia se ha aplicado el alcalde de Los Barrios, don Jorge Romero, y que, en opinión de quien esto escribe, puede considerarse poco menos que escandalosa.

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Esta semana hemos asistido, entre indignados y perplejos, a la subida de sueldo que para este mandato que se inicia se ha aplicado el alcalde de Los Barrios, don Jorge Romero, y que, en opinión de quien esto escribe, puede considerarse poco menos que escandalosa.
Digo que puede considerarse escandalosa, por los tiempos que corren y por la situación de ruina en la que se supone los socialistas dejaron el Ayuntamiento barreño. Pues el quid de la cuestión en este asunto no está en la subida en sí misma –que no es ni mucho menos insignificante–, sino en las circunstancias  que en el caso concurren y que a la hora de cualquier análisis que se haga deben ser tenidas en cuenta.
El señor Romero justifica la espectacular subida de sus emolumentos, que no es de un 26 por ciento sino de más de un 33 por ciento, en el hecho de que cuando en 2011 llegó a la alcaldía los salarios de todos los ediles con liberación fueron reducidos un 38 por ciento. Cosa que no es cierta o es cierta solo a medias. Aunque, a juicio de un servidor, lo que de verdad importa de este tema no es precisamente ese detalle.
Lo importante y destacable es que nuestro protagonista antes de convertirse en primer regidor municipal apenas ganaba mil euros mensuales que cobraba de Mancomunidad gracias a Arcgisa –esa empresa pública que tanto detesta– y cuando accedió al anhelado cargo de alcalde fijó para sí una remuneración de tres mil euros mensuales, que no es moco de pavo y que, por cierto, le sirvió hasta para comprarse el flamante coche seminuevo que por entonces no tenía. No sé lo que ustedes pensarán, pero yo creo que presumir de reducir gasto cuando no te queda otra carece de mérito. Es como hacer de la necesidad virtud, cuando lo realmente meritorio en la vida consiste en hacer de la virtud necesidad.
También justifica el señor Romero la subida de su nómina mensual afirmando que la situación del Ayuntamiento a día de hoy no es la misma que la de hace cuatro años y que su economía ya está saneada. Extremo este que es completa y absolutamente falso. El estado en el que se encuentra la institución ha empeorado notablemente. Y ha empeorado notablemente porque la deuda se ha incrementado y los problemas que padecía no se han resuelto, sino todo lo contrario. Como lo prueba el fracaso de los planes de ajuste presentados ante el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas o el retraso en la aprobación del presupuesto del año en curso. Además de las consecuencias que para el Consistorio ya están teniendo las sentencias que reconocen la ilegalidad de los despidos llevados a cabo en febrero de 2012 y cuyo cumplimiento va a suponer un desembolso de unos 10 millones de euros, así como la readmisión de los despedidos.
El señor Romero, el mismo que en 2007, 2008 y 2009 –quién lo ha visto y quien lo ve– presumía de ser capaz de gobernar el municipio sin apenas concejales liberados y sin personal de confianza, va a cobrar más que la alcaldesa de Barcelona, más que la alcaldesa de Madrid y más que el alcalde de Cádiz. Casi ná. Va a pasar de percibir 39.000 euros a 52.000 euros anuales. ¡Y todavía le parece poco!
Pero lo grave no es ya esto. Lo auténticamente grave es que, con la desfachatez a la que ya nos tiene acostumbrados, el tío venga a decirnos que se sube el sueldo por el bien de Los Barrios, ese pueblo por el que –cual mártir merecedor de ocupar un lugar de privilegio en la historia y en el imaginario de los barreños– se ha partido y se parte el pecho más que nadie. ¡Toma ya!

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