Opiniones de un payaso

No estamos como para tirar cohetes

El Partido Popular y el Ejecutivo tratan de vendernos la moto de la recuperación. Esto es, que la economía crece, la desocupación se reduce y el empleo aumenta. Pero, como suele decirse, la realidad es tozuda. No se cambia así como así, por muchas milongas que nos cuenten...

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El Partido Popular y el Ejecutivo tratan de vendernos la moto de la recuperación. Esto es, que la economía crece, la desocupación se reduce y el empleo aumenta. Pero, como suele decirse, la realidad es tozuda. No se cambia así como así, por muchas milongas que nos cuenten. Aunque también es verdad que, si la realidad no se puede cambiar así como así, sí que se puede cambiar la percepción que los ciudadanos tenemos de la misma. Y en lo que se refiere a ese menester desde la formación que nos gobierna y su entorno se las ingenian bastante bien. O al menos hacen todo lo que pueden. No hay más que verlo con lo de Bárcenas y la Gürtel. Asuntos ante los que los altos dirigentes del PP echan un morro que se lo pisan y, por supuesto, sin ruborizarse lo más mínimo. Excepto Rajoy, al que se le adivina la vergüenza en los tics de sus párpados cuando se ve obligado a hacer declaraciones sobre estos temas, aun sin ponerse colorado, y la señora De Cospedal, que no sé si avergüenza, pero está claro que se corta, y hasta tartamudea, cuando le toca hablar de éstos y otros líos que afectan a los de sus filas, probablemente porque no sabe ni qué decir.
Ya nadie discute que los datos macroeconómicos en algún momento habían de empezar a mejorar. ¡Sólo faltaba! Porque, antes o después, se tenía que tocar fondo. La cuestión no es ésa. La cuestión es la vía que se ha utilizado para llegar hasta el punto en el que ahora estamos y el precio tan alto que la mayor parte de la ciudadanía ha debido pagar.
Hoy don Mariano y compañía están supercontentos con los datos de la EPA. Y digo yo que serán como para estarlo. Pero lo cierto es que desde 2011 para acá la población en edad de trabajar ha disminuido notablemente, hay más de medio millón de ocupados menos de los que había hace cuatro años, así como un cuarto de millón de parados más, y la tasa de paro ronda el 24 por ciento. A lo que se ha de añadir, además, que el empleo que se genera es temporal y precario, que se firman contratos por horas, y se contabilizan como si respondieran a la cobertura de puestos de trabajo dudosamente dignos de ser tenido como tales, y que los salarios que se pagan son los que se pagaban hace más de dos décadas. Es decir, cantidades que, en muchos casos, no permiten a quienes las cobran y a los suyos ni salir de la miseria.
Al gobierno de Rajoy y al partido que lo sustenta no les hace ni pizca de gracia que se difundan cifras como las que se recogen periódicamente en informes de organizaciones no gubernamentales como Cáritas o Intermon Oxfam. Pero los datos están ahí, y el hecho de ignorarlos no soluciona el problema.
España es el país de la UE donde más se han incrementado las desigualdades. El uno por ciento de los que más poseen concentran más riqueza que el 70 por ciento de los que menos tienen. Cerca de 700.000 familias carecen de ingresos, casi 1.800.000 hogares cuentan con todos sus miembros activos en situación de desempleo y más de dos millones de niños y niñas, el 27 por ciento de la población infantil, viven en el umbral de la pobreza.
Este es el panorama ante el que nos encontramos. Lacra de la corrupción aparte. Y encima algunos tienen la desfachatez hasta de celebrarlo. A pesar de que no estamos como para lanzar las campanas al vuelo ni como para tirar cohetes.

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