Opiniones de un payaso

El papel de España en la UE

El buen rollito con la Merkel no parece que le haya servido de mucho a nuestro presidente del Gobierno. Al menos, en lo que se refiere a ganar poder e influencia en las instituciones desde las que se dirige la UE y se reparte el bacalao, que diría un castizo...

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El buen rollito con la Merkel no parece que le haya servido de mucho a nuestro presidente del Gobierno. Al menos, en lo que se refiere a ganar poder e influencia en las instituciones desde las que se dirige la UE y se reparte el bacalao, que diría un castizo.
Después del fin de semana casi idílico que el primer ministro español y la canciller alemana pasaron en Santiago de Compostela el pasado mes de agosto todo hacía presagiar que en la dirección de la Europa comunitaria España estaría llamada a desempeñar como mínimo el mismo protagonismo desempeñado hasta la fecha. Pero, miren ustedes por donde, ha ocurrido justo lo contrario. Tras las elecciones de mayo y los obligados relevos en gran parte de la cúpula de Bruselas, resulta que nos hemos quedado sin representante en el Banco Central Europeo, sin vicepresidencia, sin cartera de las que se consideran principales en la Comisión que preside el conservador Jean Claude Juncker y, para colmo, tampoco hemos podido colocar a nuestro ministro de Economía como presidente del Eurogrupo.
Desde luego esto no es algo por lo que haya que dramatizar o rasgarse las vestiduras. A fin de cuentas, el consuelo que nos queda a los ciudadanos es que esta escasa representación de España en los órganos de la UE en los que se toman las decisiones importantes seguramente no nos va a afectar apenas en nada y, si nos afecta, puede que sea -¿quién sabe?- incluso para mejor. Ahora bien, también les digo, y seguro estoy de ello, que si esto, en lugar de haber sucedido con Rajoy al frente de La Moncloa, hubiera ocurrido con el gobierno socialista de Zapatero, al pobre hombre desde las filas del PP lo habrían llamado “mindundi”, o algo así por el estilo, y puesto de vuelta y media.
La comisaría que le han asignado al popular don Miguel Arias Cañete ha sido una que carece de relevancia y glamour. Energía y cambio climático es la que le ha tocado en suerte, si es que no se la ha pedido o se la pidió alguien en su nombre, por la vía reglamentaria, por supuesto, que, por cierto, no sé cuál es. Aunque es bastante probable que nuestro ex ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente se encuentre la mar de contento por el cargo obtenido, teniendo en cuenta que es un político que está muy interesado por el almacenamiento, la compraventa y distribución de combustibles líquidos y sus derivados, entre otros muchos negocios, o lo estuvo –por lo que consta– en otro tiempo. Eso sí, siempre y cuando termine ocupándolo. Ocupando el cargo, quiero decir. Lo que está por ver, dado que antes deberá obtener el beneplácito y el aprobado de la Eurocámara.
Una de dos: o doña Ángela ya no es la que era y ya no manda en este Viejo Continente lo que mandaba hace tan sólo unos meses atrás; o sí que sigue mandando, y mucho, y es la que maneja el cotarro, pero al socio, aliado y amigo que más le ríe las gracias, esto es, a nuestro inefable don Mariano, no le ha hecho ni puto caso. A tenor, al menos, de lo poco que parece que se han acordado de él y de sus compañeros de filas en el reparto de puestos dentro de la Unión.

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