Opiniones de un payaso

La elección de Pedro Sánchez

No me ha gustado nada la decisión adoptada por Madina al no aceptar el ofrecimiento que la semana pasada le hiciera el secretario general electo del PSOE para ser miembro de la nueva dirección federal del partido. Me da a mí que no ha encajado, como muchos esperábamos, la derrota...

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No me ha gustado nada la decisión adoptada por Madina al no aceptar el ofrecimiento que la semana pasada le hiciera el secretario general electo del PSOE para ser miembro de la nueva dirección federal del partido. Es verdad que hay que agradecerle al hombre el gesto de exigir a la ejecutiva saliente que la elección del nuevo líder se llevara a cabo, como se ha llevado al final, a través de unas primarias. Pero me da a mí que no ha sabido estar a la altura después de haber sido vencido y que no ha encajado, como muchos esperábamos, la derrota. Ha dicho don Eduardo que trabajará por y para el PSOE sin entrar a formar parte del equipo de Pedro Sánchez y yo no dudo de que lo hará, aunque creo que habría hecho un mayor favor a la formación socialista integrándose, en lugar de mantenerse al margen como si de un disidente no declarado se tratara. Entre otras razones, porque, en los tiempos convulsos que corren, los socialistas no están para permitirse ciertos lujos ni andarse con chiquitas si pretenden seguir siendo una fuerza política con opciones de obtener buenos resultados en las citas electorales que se avecinan y posibilidades de gobernar el país a partir de 2015.
La decisión de Madina da alas a quienes se empeñan en ensombrecer el proceso a través del cual se ha efectuado la designación del nuevo secretario general del PSOE y no creo que esto sea bueno ni justo. Porque, aun siendo verdad que dicho proceso tal vez no haya sido todo lo impecable que hubiéramos querido, también lo es que ha sido ésta la primera elección en la que han participado directamente los militantes y que éstos han podido dar su opinión ejerciendo su derecho al voto de forma libre, directa y secreta. Algo que debería valorarse en su justa medida.
Se le pueden buscar las cinco patas al gato y hasta tener éxito y encontrar la quinta. Pero lo cierto es que los militantes que han querido han votado y han votado en conciencia. ¿Que hay quienes se han dejado presionar por estructuras de la organización, clanes, grupos e intereses? Por supuesto. Los ha habido y –se admiten apuestas– los habrá en elecciones futuras. Entre otras cosas, porque cada individuo actúa, o procura actuar siempre, en función de lo que le conviene. Esto es, limitaciones y constricciones aparte, de acuerdo con lo que en la terminología de las ciencias sociales se conoce como principio de racionalidad. Ahora bien, a nadie, que yo sepa, y permítaseme la exageración, se le ha puesto una pistola en la sien. (¡Faltaría más!). Y, si hay alguien a quien se le haya presionado de tal forma, mucho está tardando en denunciarlo.
A mí me parece que hay que ser serios y rigurosos. En teoría tal vez sí, pero en la práctica no hay ni habrá nunca un proceso de elección democrática en el que se puedan controlar todos los factores que puedan ser decisivos y en  el que todos los candidatos contendientes partan desde un mismo punto en igualdad de condiciones. Y esto es lo que ha ocurrido en la carrera que ha conducido a Pedro Sánchez a convertirse en sucesor de Rubalcaba. Mas no por ello se le han de restar méritos y desacreditar. Y mucho menos desde las propias filas socialistas. Independientemente incluso de que el aparato del partido se haya alineado claramente con él, de lo que no puede culpársele, o haya sido él quien ha sabido procurarse tan notable y valioso apoyo para ganarse el puesto.

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