Opiniones de un payaso

Gaza

Un amigo que me otorga más autoridad intelectual de la que en realidad merezco me preguntaba hace cuestión de unos días acerca del conflicto entre israelíes y palestinos, así como sobre lo que está ocurriendo en Gaza. Y yo para responderle, y que se me entendiera, le dije lo que sigue...

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Un amigo que me tiene en más estima de la que me tengo yo a mí mismo, y que me otorga más autoridad intelectual de la que en realidad merezco, me preguntaba hace cuestión de unos días acerca del conflicto entre israelíes y palestinos, así como sobre lo que está ocurriendo en Gaza. Y yo para responderle,  y que se me entendiera, le dije lo que sigue:
“Imagínate que al gobierno del estado español le hubiera dado por bombardear el País Vasco alguna o varias veces durante los años que Eta estuvo en activo y cometiendo actos terroristas. Piensa en la que se podría haber liado. Pues eso, chispa más o menos, es lo que está pasando en Palestina. Aunque puede que a más de un miserable le habría encantado, para la mayoría de nosotros que el ejército español hubiera disparado misiles contra Bilbao, Vitoria o San Sebastián en los años 70 o en los 80 habría sido toda una barbaridad. E ídem de lo mismo se puede decir del hecho de que el ejército hebreo bombardee un territorio en el que se asienta población civil. Aun dando por sentado que Gaza no es Euskadi, y ni se le puede comparar, e Israel no es España, ni se le parece. Y admitiendo, en descargo de los israelíes que la autoridad palestina del referido territorio, en manos de los extremistas de Hamás, no es tan conciliadora como la de Cisjordania y está permanentemente, o casi permanentemente, en pie de guerra”.
“Ahora imagínate –le dije también– que el mundo está bajo dominio de los estados islámicos radicales y que hay entre los ayatolás que mandan a quien se le ocurre hacer realidad el sueño de recuperar para los descendientes de los antiguos andalusíes la actual Al-Andalus y encima tiene poder sobrado para hacerlo. ¿Sería esto motivo de preocupación para nosotros los andaluces actuales? Pues algo parecido fue lo que, salvando las distancias, le pasó a la gente que allá por 1948 vivía en Jerusalén y sus alrededores”.
En cualquier caso, a mí, cada vez que me pongo a reflexionar sobre este asunto, una cosa que me llama mucho la atención es el detalle de que la paz en buena parte del orbe dependa, directa o indirectamente, pero en gran medida, de los destinos de un pueblo, el judío, y un estado constituido hace apenas poco más de medio siglo. Y, además, en una región que no sólo ha sido crucial en la historia de la civilización y de las relaciones entre Oriente y Occidente, sino que está llamada a seguir siéndolo.
Las potencias europeas y los Estados Unidos de América –razones geoestratégicas aparte– apoyaron la proclamación del estado de Israel, tras la Segunda Guerra Mundial, para acabar con el problema del antisemitismo extendido por el Viejo Continente desde tiempos inmemoriales, dar satisfacción a los movimientos sionistas y, sobre todo, compensar a los hijos de Judá por el holocausto sufrido, pero para ello hubieron de incumplir compromisos contraídos décadas antes con los habitantes dueños de las tierras en las que se habría de asentar la república hebrea, en su mayoría de religión musulmana y ascendencia árabe, y provocar tensión con los países limítrofes.
Desde entonces el enfrentamiento palestino-israelí persiste y, lo triste y lamentable, es que nada hace presagiar que se vaya a solucionar en los años venideros, sino más bien todo lo contrario. Al menos en tanto en cuanto la comunidad internacional siga mostrándose transigente, como hasta ahora lo ha venido siendo, con el uso de la fuerza militar desproporcionada por parte del gobierno de Tel Aviv.

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