Opiniones de un payaso

Los experimentos con gaseosa

Es evidente que la postura adoptada por el todavía secretario general del PSOE en lo que se refiere a la sucesión en la jefatura del estado no ha sido del gusto de todos los militantes socialistas. Yo, sin embargo, la comparto y la alabo. Rubalcaba ha estado a la altura de las circunstancias...

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Es evidente que la postura adoptada por el todavía secretario general del PSOE en lo que se refiere a la sucesión en la jefatura del estado no ha sido del gusto de todos los militantes socialistas. Yo, sin embargo, la comparto y la alabo.  Rubalcaba, una vez más, ha estado a la altura de las circunstancias. Es de los pocos políticos de perfil alto que aún quedan en ejercicio y no podía defraudar. El grupo socialista estaba políticamente obligado a dar su sí a la Ley de Abdicación y permitir la continuidad de la monarquía en la persona de Felipe VI de acuerdo con lo previsto en nuestro ordenamiento constitucional vigente. Podría haber optado por romper la baraja y haberse alineado con las tesis de Izquierda Plural y demás grupos, pero yo creo honestamente que una decisión de ese tipo habría supuesto un error de consecuencias impredecibles que un estadista que se precie, como lo es y lo ha sido don Alfredo, no se puede y no se debe permitir.
Un voto en contra a la ley de abdicación no sólo habría contribuido a dejar aún más tocado un sistema que viene tambaleándose desde hace ya mucho, sino que habría contribuido a generar una situación de incertidumbre e inestabilidad que no beneficia en nada a este país en los tiempos que corren.
Hay que contar además con el hecho de que un posicionamiento rupturista podría reducir y no ampliar las expectativas de PSOE como formación con vocación de seguir siendo fuerza política mayoritaria. Esto es, podría suponerle al que todavía es principal partido de la oposición la pérdida de los apoyos que, unas veces con más entusiasmo, otras con menos, ha encontrado en la clase media acomodada que se identifica con sus aspiraciones de progreso. O, dicho en términos de sociología electoral, podría suponerle la pérdida de los sufragios que consigue del centro.
La decisión que el PSOE ha adoptado de facilitar la sucesión en la jefatura del estado no implica ni una renuncia a los ideales republicanos ni una negativa a modificar la Constitución. Entre otras razones, porque cada vez va siendo más obvia la necesidad de reformarla para adaptarla a las circunstancias de la España en la que hoy vivimos. Digamos, pues, que la postura del Partido Socialista y de su secretario general es lo que es: una muestra de prudencia y de responsabilidad. En política, y en la vida, hay ocasiones en las que puede y debe considerarse aconsejable aplazar los objetivos.  Entregarse a “el todo o nada” no sólo no vale, sino que suele resultar poco inteligente, por no decir un tanto estúpido. Cuestión de pragmatismo.
Hay quien olvida que el PP cuenta con mayoría absoluta en el Congreso y en el Senado y que ganó también, es verdad que con más pena que gloria, las elecciones europeas del pasado 25 de mayo. Y hay quien olvida también que los cambios de modelo de estado, si se puede, mejor es llevarlos a cabo con el consenso más amplio posible.
Quizá después de los comicios generales de 2015 y  el surgimiento de una mayoría de signo distinto en Las Cortes quepa la posibilidad de plantear la convocatoria del referéndum que una parte de la ciudadanía exige. Si esa consulta llega, y es probable que llegue, yo ya tengo decidido cuál es la opción por la que me inclinaré.
De momento, los experimentos, los justos y con gaseosa….

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